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La hora del rayo azul

Por 4 de noviembre de 2008 Sin comentarios

Xavier Velasco

Una de las funciones fundamentales de las nuevas tecnologías consiste en ridiculizar a las precedentes. No bien mira uno con distante compasión a su vieja videograbadora y coquetea descaradamente con el nuevo reproductor de video digital, suele caer en el engaño automático de suponer que ha dado un magno salto hacia adelante, cuando en rigor no ha hecho sino tomar distancia de la persona que hasta ayer fue. Alguien ligeramente menos complicado. Y si intenta dar uso al aparato viejo, experimentará la clase de incomodidad propia de quien se mira presa de un pasado patético. No se quiere ir atrás. El futuro no acepta caminos alternos, ni ve con buenos ojos a quien insiste en la alta indefinición.

     Nunca antes el pasado fue derogado a estas velocidades. Cada aparato nuevo se torna obsoleto en el tiempo que toma sacarlo de la tienda, pero al llegar a casa uno cobra venganza con el anterior, que de un instante a otro luce arcaico. No quiero ni pensar cuánto le habrá durado a mis abuelos la consola que lustro tras lustro engalanó la sala de su casa, ostentando capacidades tan avanzadas como la de adaptarse a todos los formatos, que por entonces eran 33, 45, 75 y 16 revoluciones por minuto. Hoy se da uno por afortunado si el celular le dura más de dos años, pero ya se acompleja desde el tercer mes de uso cuando ve que los nuevos tienen otras funciones, inaccesibles para su antigualla.

     Caí en la última trampa -que como es evidente no habrá de ser la última- por propia iniciativa, una vez que compré (online, de madrugada) mi primera serie en blu-ray, atendiendo a una de esas comezones que nacen del insomnio mal combatido. "¿Cómo vas a dormir", me importunó uno de esos demonios ocurrentes que prodigan ideas inspiradas a deshoras, "si a estas alturas sigues sin haber visto un capítulo entero de Pushing Daisies?". Faltaba el aparato, ciertamente, pero ahí estaba el truco. ¿Qué podría hacer ya cuando arribara la primera temporada de la serie de marras, sino salir en busca del reproductor? Todavía conservo fresco en la memoria el día de la compra del entonces flamante DVD Player, que a la luz del Blu-ray inminente no puede ya ocultar su recién estrenada categoría de vejestorio. Sirve de gran consuelo, por lo pronto, que sea el aparato y no uno quien caduca.

     La frecuencia en el cambio de armatostes lo vuelve a uno cínico y desapegado. Antes, cuando llegaba un nuevo juguetazo, la emoción de moverse hacia el futuro duraba por semanas, y hasta meses. Hoy se da uno de santos con escaparse apenas a tiempo del ayer. Esa cosquilla basta para eludir la conclusión amarga de que todo es chatarra, empezando por el consumidor. "Pero es que el tiempo apremia", me dije a la hora de desempacar el aparato, recordando además que ya tenía grabados cinco capítulos de la segunda temporada de Pushing Daisies. En un mes más irán llegando a diez, todos amontonados en el disco duro del receptor. ¿Cómo va uno a quedarse cruzado de brazos?

     ¿DVI o HDMI? ¿1080i o 1080p? ¿SD o USB? Se experimenta una satisfacción abstracta cuando los cables se hallan todos en su lugar y la imagen brota de la negrura. Se nace un poco, incluso, a la luz de la dicha de mirarse avanzando por la pista que lleva hacia el futuro. Es decir la extinción, el fin, el hoyo negro al que tendré que entrar una vez que me apaguen la pantalla y los botones dejen de obedecerme. "Ya está descontinuado", dirán los enterados a quién por mí pregunte. Mientras, me estiraré en el ataúd, en la certeza de que soy su futuro.

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Xavier Velasco

Xavier Velasco entiende la novela como un juego inocente llevado por placer hasta sus más atroces consecuencias. Sintomáticamente, dedica las mañanas a meterse en problemas por escrito y las tardes a intentar resolverlos brujuleando entre calles y avenidas de la siempre auspiciosa ciudad de México. Disfruta especialmente de la amistad perruna, el olor de la tinta y el alquiler de scooters en ciudades psicóticas. Obtuvo en 2003 el Premio Alfaguara de Novela por Diablo Guardián y es autor de Cecilia (novela), Luna llena en las rocas (crónicas de antronautas y licántropos, Alfaguara, 2005), El materialismo histérico (fábulas cutrefactas de avidez y revancha, Alfaguara, 2004) y la novela de infancia Este que ves (Alfaguara, 2007). En su blog literario La leonina faena (www.xaviervelasco.com) afirma: "Nadie puede decir que una novela es suya si antes no se le ha dado por entero".

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