
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Luis Mora
En un curso de doctorado, con el profesor Pedro Ruiz Pérez, hemos reconstruido parte de la historia occidental de las ideas a partir de las gafas: el nacimiento del empirismo medieval con la creación por Francis Bacon de los anteojos; el racionalismo more geométrico demonstratae a través del pulidor de lentes Spinoza; el moralismo con los gracianescos "antojos para no ver o para que viesen" del Criticón (I, VII), el catalejo de Saavedra o los "antojos de cuadrillos" de Covarrubias; el conceptismo barroco con los quevedos; la Ilustración, mediante las reflexiones del portugués Teodoro de Almeida sobre la concavidad de los cristales de gafas en su Recreación filosófica (1792); el Romanticismo, con el catalejo a través del que Nathaniel observa algo que le induce a la locura en El hombre de arena de Hoffmann; la alta modernidad, mediante los verres grossissants de la alcoba infantil de Proust o mediante el prisma cristalino con que la madre de "La novia" de Chéjov divide los colores de la vida; la baja modernidad con los impertinentes a las que los surrealistas sometieron a shock, con el fin de evidenciar su "aura perturbadora", o las "verdosas antiparras" tras las cuales se ocultaban los vacuos ojos del Tirano Banderas; el tardomodernismo con la lupa de mariposas de Nabokov; el posmodernismo con las gafas de Guillermo de Baskerville, protagonista de El nombre de la rosa de Eco, que se confiesa uno de los primeros "cuatro ojos" de la historia y amigo de Bacon (o en las gafas borrosas que un personaje de Deconstructing Harry, de Woody Allen, coloca a sus familiares para que vean tan mal como él); el poder de los media para cambiar la visión del mundo y la aparición del simulacro virtual se apreció bien con las gafas 3D; la crisis de la postmodernidad se refleja en el poema de Ben Lerner sobre las gafas tranquilizadoras (1), y la etapa pangeica vendría representada, claro está, por el pavor panóptico de las Google Glasses.
[Imagen de María González]
(1)
"PERSONAS CON CUALQUIER TIPO DE FOBIA, con temor a las alturas, las muchedumbres, los mercados, con miedo a hablar en público o a la sangre o a los números primos, han logrado sobreponerse al pánico gracias a unas gafas, no con lentes correctivas, sino de plástico irrompible, que no sólo introducen un plano mediador entre ellos y el objeto de su miedo, sino también aplican una presión tranquilizadora en el tabique nasal. Al toparse con alguien que es presa del terror, se debe presionar con suavidad esta estructura ósea y de inmediato se apaciguará. En época de lentillas y operaciones láser, es lícito suponer que, si alguien sigue usando gafas, es que está en tratamiento."; Ben Lerner, Elegías Doppler; Kriller71, Barcelona, 2015, p. 47.