Vicente Luis Mora
Tenía razón José Luis Rey cuando decía que "En Gimferrer, la expresión es refractaria, tanto en castellano como en catalán. Y procede siempre por imágenes y símbolos y mediante máscaras. Gimferrer no practica la confesión: sí puede haber, en ocasiones, una voz poética que juega a ser y no ser el autor, recordando experiencias, comentando asuntos de una vida que parece propia, con lo cual entremos en el terreno de una experiencia ficticia, de un monólogo dramático cuya máscara no es cultural, sino vital. Es éste un recurso frecuente en la etapa catalana, en Els miralls, en Mascarada. Se trata de lo que llamaré la máscara vital, para diferenciarlo de la máscara cultural, más frecuente en la etapa castellana" (J. L. Rey, Caligrafía del fuego. La poesía de Pere Gimferrer, 1962-2001; Pre-Textos, Valencia, 2005, p. 181). Y, en efecto, en El Castell de la puresa (2014), escrito en catalán en el original, con versión al castellano de José María Micó, también asoma la máscara vital apuntada por Rey: "Así es nuestra vida: una leyenda, / una máscara de rojo terciopelo"; (Pere Gimferrer, El castillo de la pureza; Tusquets, Barcelona, 2014, p. 29). Lo que demuestra, tantas décadas después, una profunda coherencia en la obra gimferreriana.
Pocas literaturas tan inclasificables como la del guatemalteco Estuardo Prado, un escritor de culto en su país por su radicalidad y su extrañeza. Quizá la única forma de definir su narrativa es utilizando una categoría mencionada por él mismo en Los amos de la noche (e/X, Guatemala, 2011), la "teología de la alucinación" (p. 95), pues estamos ante una mezcla imposible de los paraísos artificiales baudelaireanos con la escatología -en ambos sentidos- de los Cantos de Lautréamont, pasados por los tamices de la ciencia ficción y del realismo sucio y de las letras oníricas del rock más ácido -en ambos sentidos también-. Disculpen si no soy muy preciso, pero no sé cómo serlo. Intento explicarles que Prado es inexplicable, que leerle es una especie de aventura en la que sabes que te vas a encontrar muchas drogas y paranoia philipkdickiana y mucha iconografía, pero la almendra es cómo el autor mezcla distintos elementos delirantes en un texto que hay que leer como un sueño o como una pesadilla, según el caso. Les cuento un argumento de uno de los relatos de sus Vicio-nes del exceso (e/X, 1998, visión redux 2015): su alucinante tesis es que la Tierra no está dominada por la especie humana, sino por los gusanos; ellos nos dominan y nos dejan crecer para que engordemos y poder así alimentarse de nuestros cuerpos al morir, de la misma forma en que nosotros comemos a las vacas o a los cerdos; los gusanos, seres superiores provenientes del espacio exterior, más inteligentes que nosotros, son los que a la postre triunfan, al devorar a todas las demás especies. Su autor, que tuve la oportunidad de conocer en persona, no es menos extravagante que su obra: he oído que en una feria del libro guatemalteca, que resultó ser especialmente calurosa, dedicaba a las señoras su libro pasándose la mano por su pelo teñido de azul para estampar una huella añil en las primeras páginas del volumen. Si non è vero…
Termino con un autor cubano, Jorge Enrique Lage, cuyo libro de microrrelatos Vultureffect (Unión, La Habana, 2011) incluye algunas piezas magistrales, ya sea por su agudeza al mirar o por su destreza al construir brevísimas historias cuya instantenidad no desprecia la resonancia épica. Dentro del primer grupo me parece especialmente significativa e ingeniosa este microcuento, titulado "Hemisferios" (p. 80):
Resulta tentador especular sobre la posibilidad de que una parte importante de la simulación objetiva sea realizada por el hemisferio derecho del cerebro. Numerosas observaciones prueban que las funciones cognitivas incluso complejas, no están inmediatamente ligadas a la palabra o algún otro medio de expresión simbólica. Se pueden citar los estudios realizados sobre diversos tipos de afasias. Las experiencias de los sujetos cuyos hemisferios cerebrales han sido quirúrgicamente separ