
Roberto Herrscher
El 14 de enero de 1930, el joven activista nazi Horst Wessel fue asesinado de un tiro en la puerta de su casa en Berlín por una horda ligada al Partido Comunista alemán. Un año antes se había destacado como líder de una violenta banda barrial de las Camisas Pardas (SA) y el jefe de la propaganda hitleriana, Joseph Goebbels, lo había enviado a Viena a aprender técnicas efectivas de terror callejero de los organizados nazis austríacos.
Su historia se cuenta en la página 310 y siguientes de la gran investigación sobre el surgimiento del Tercer Reich (The Coming of the Third Reich) del historiador británico Richard J. Evans.
Wessel, un profeta de la lucha en las calles con métodos violentos contra los comunistas, en ese momento también un grupo propenso al activismo callejero, pero también contra los pacíficos socialdemócratas y todos los defensores de la tambaleante República de Weimar, fue rápidamente convertido en un mártir del amor patriótico y desinteresado a la Alemania aria, nostálgica de los tiempos autoritarios del Kaiser.
Goebbels vio de inmediato el valor simbólico de su mártir. Le inventaron una biografía de excelente hijo, vecino, pareja, amigo y camarada de los abnegados Camisas Pardas. Desempolvaron y publicaron en miles de copias un poema patriótico que atribuyeron a Wessel, que fue pronto transformado en canción (La canción de Horst Wessel, también conocida como La bandera en alto), bajo cuyos acordes desfilaban los paramilitares de la esvástica blandiendo teas ardientes en las noches aterradas de las ciudades y pueblos de Alemania.
Así comienza su letra: “¡La bandera en alto! / ¡Las filas firmemente cerradas! / Las SA marchan / con paso tranquilo y firme. / Camaradas, caídos en el frente rojo y en la reacción, / marchan en el espíritu / Dentro de nuestras filas. / ¡La calle libre / para los batallones pardos. / La calle libre /para los hombres de la Sección de Asalto!”
El 19 de mayo de 1933, ya como jefe de gobierno, Hitler ordenó que La canción de Horst Wessel fuera declarada símbolo nacional. Fue uno de los dos himnos oficiales de la Alemania nazi hasta la caída del régimen en 1945.
En los años treinta, los franquistas en España y los fascistas en Grecia y Gran Bretaña, entre otros, adaptaron esta canción para sus marchas y ceremonias y le pusieron letras propias. Con la caída del nazismo La bandera en alto fue prohibida en Alemania.
Cuando mataron a Wessel en 1930, todavía faltaban dos años para que Hitler fuera nombrado Canciller en un gobierno nominalmente multipartidario, y tres para que sus huestes tomaran el poder completo de Alemania, como se cuenta con portentosa precisión en las 622 páginas del libro de Evans. Pero una de las herramientas más potentes fue la construcción de Horst Wessel, su fastuoso y muy bien orquestado funeral, su canción, el uso de su nombre y su martirio para atraer nuevos jóvenes al movimiento ultraderechista y darles un sentido de pertenencia y una épica ligada al sacrificio y al crimen cometido por sus enemigos.
Su funeral fue filmado y convertido en película de propaganda en los cines, al tiempo que los diarios del nazismo, como Der Angriff (El ataque), dirigido por Goebbels, contaba la historia de un joven idealista que soñaba con un mundo mejor, mezclando datos que la madre de Horst le había contado a Goebbels con inventos que daban más dramatismo a la historia.
En su biografía del gran propagandista del Tercer Reich (The Life of Joseph Goebbels), Ralf Georg Reuth cuenta que, en su creación de los elementos que necesitaba para la formación de un ideario nazi, Goebbels había probado anteriormente con otro mártir oficial, pero no había prendido la chispa.
Con Wessel triunfó, y desde entonces, muchos otros regímenes autoritarios de muy distinto signo crearon sus propios mitos de bravos muertos por la causa como bandera de lucha.
El modelo viene del centro de la tradición cristiana: la pasión y muerte de Jesucristo. En nombre del muerto inocente, muchos de sus seguidores han matado adversarios durante siglos.
Probablemente el más famoso en la segunda mitad del siglo XX fue el Che Guevara.
El último, Charlie Kirk, tuvo su funeral masivo en Arizona esta semana, y en un país que solía defender la libertad de opinión, ya se está castigando a los que osan criticar al mártir.
Este ensayo fue publicado en Ideas del diario La Nación de Argentina el sábado 27 de septiembre de 2025.