Skip to main content
Blogs de autor

Barenboim y Savall: Cuando la música muestra el camino de la paz

Por 26 de agosto de 2025 Sin comentarios

Roberto Herrscher

En el verano europeo de 1999, en la antigua ciudad alemana de Weimar sucedió un pequeño milagro. El reconocido director de orquesta y pianista argentino-israelí Daniel Barenboim juntó a jóvenes instrumentistas de Israel, Palestina, Irán y los países árabes para formar una orquesta que, además de tocar piezas orquestales al más alto nivel, demostrara que la música es capaz de unir a miembros de sociedades que se odiaban y se hacían la guerra desde hacía generaciones.
El proyecto, llamado West-Eastern Divan por una colección de poemas de Johann Wolfgang Goethe inspirados en la poesía persa, en los que se expresan ideas de diálogo y unión entre el oeste y el este, fue desde antes de comenzar un emprendimiento mucho más que musical.
Barenboim cuenta en sus memorias, Mi vida en la música, que seis años antes había conocido al profesor de Columbia y activista por los derechos de los palestinos Edward Said, un melómano consumado. Desde un comienzo los unió el amor a la música y el convencimiento de que desde las artes y las letras se puede crear un diálogo entre jóvenes judíos y palestinos. Nadie podía reprocharles a ellos no haberse jugado por sus identidades personales: como palestino refugiado convertido en destacado profesor de literatura, Said pudo haber llevado una tranquila vida de catedrático en Nueva York. Sin embargo, se convirtió en una activa voz por la causa de los suyos y un incansable luchador por la paz y el respeto a sus derechos, lo que le costó numerosos sinsabores y amenazas. Sus libros Orientalismo y Cubriendo el islam son clásicos del pensamiento anticolonial.
Por su parte, Barenboim, nacido en una familia de inmigrantes judíos en Buenos Aires, a la vez que subía como un cometa en el mundo de la música clásica desde su triunfo como niño prodigio del piano y precoz director, se involucró en la lucha por la existencia del Estado de Israel, tomó la nacionalidad israelí y se mudó con su primera esposa, la cellista Jacqueline Du Pre, a Tel Aviv para apoyar lo que para él era la lucha por la supervivencia en la Guerra de los Seis Días y la guerra del Yom Kipur, actuando para las tropas israelíes.
Desde sus ideales humanistas compartidos, Barenboim y Said crearon un espacio sorprendente, donde entre ensayos y conciertos, los artistas bisoños, en muchos casos ex reclutas que habían vestido uniformes enemigos, aprendían a convivir mientras se impregnaban de la historia de los otros.
Dice Barenboim en sus memorias: “En Weimar, Edward pudo transmitir a los jóvenes músicos árabes la sensación de que era uno de ellos y, al mismo tiempo, orientarlos en muchos ámbitos. Dio conferencias igual de magistrales sobre Goethe y sobre el conflicto entre Oriente y Occidente y, en menos de una hora, sin proponérselo siquiera, logró convencer a setenta y ocho jóvenes procedentes de Israel, del mundo árabe y de Alemania de por qué era importante para ellos ir a visitar el campo de concentración de Buchenwald. Lo consiguió sin que los alemanes se sintieran culpables, sin que los israelíes se sintieran incómodos y sin que los árabes sintieran que no tenía nada que ver con ellos.”
Durante más de dos décadas, la orquesta actuó en las grandes salas de concierto de Nueva York, Londres, Berlín, Salzburgo, Tokio y varias veces en el Colón de Buenos Aires, siempre con un éxito arrollador. Los conciertos empezaban y terminaban sin discursos: tocaban juntos la Novena Sinfonía de Beethoven, y ahí estaba ya contenido el mensaje.
Probablemente el acto simbólico más importante de esta orquesta fue la actuación en Ramala en 2005, durante su gira por Israel y Palestina, donde muchos de los integrantes del Divan pisaban por primera vez la tierra de los otros.
En el mismo verano de 1999, el violagambista Jordi Savall, nacido en Igualada, Cataluña, en 1941, un año antes que Barenboim, se internaba en los sonidos ancestrales de su propia tierra. Ese año tocaba por primera vez con su esposa, la soprano Montserrat Figueres, El cant de la Sibilla, una plegaria medieval considerada una de las primeras muestras del arte musical en tierras valencianas y catalanas. Un año antes había fundado su propio sello musical para grabar música antigua con el máximo respeto a la tradición y con los grupos vocal e instrumental que había fundado.
Pero a medida que crecía su fama entre los amantes de la música antigua, sobre todo con la banda de sonido del gran éxito cinematográfico francés Todas las mañanas del mundo, Savall comenzó a internarse en otras geografías y hacer libro-discos conceptuales, como uno de música de la época de Cristóbal Colón, otro de música que se escuchaba en los tiempos de Cervantes, música que acompañó las peregrinaciones a oriente de San Francisco Javier, música de los esclavos en América.
En sus grabaciones y actuaciones en vivo, frecuentemente rescataba obras del encuentro de culturas de la España morisca, del África del norte, de Medio Oriente. En un trabajo conjunto con el poeta, hebraísta y filólogo Manuel Forcano, se ha ido acercando cada vez más a espectáculos que pintan mundos sonoros, históricos y literarios en los que sin aspavientos ni anuncios, actúan juntos músicos tradicionales musulmanes y judíos.
El punto más alto de este camino es Jerusalén, ciudad de las dos paces, editado y difundido en una larga gira en 2008. Cuando entrevisté a Savall en su casa en Bellaterra, cerca de Barcelona, en 2011, le pregunté por si encontraba una similitud entre su trabajo de juntar músicos de países en continuo conflicto en Medio Oriente con el proyecto de Barenboim.
Me dijo que sentía un enorme respeto tanto por la estatura artística del director y pianista como por la valentía y persistencia de su proyecto de unir músicos de ambos lados de la trinchera. Pero agregó que, si bien consideraba necesaria y positiva la labor de tocar las mismas obras de los grandes maestros clásicos y románticos, su objetivo era distinto.
Y esto se puede notar claramente en Jerusalén: los músicos no tocan juntos Beethoven, Brahms o Sibelius. Son sus músicas ancestrales y nuevas, sus propias composiciones, los sonidos de las distintas épocas de la ciudad cuna del judaísmo, del cristianismo y del islam. Escuchando el disco, se entra en un diálogo profundo entre las formas de cantar al amor, al dolor, a la nostalgia, a la celebración de fiestas religiosas, de modo que las sonoridades, los modos musicales y el uso de instrumentos propios de cada tradición nos lleva a un mundo de armonía en medio de los odios y las bombas.
Jerusalén, ciudad de las dos paces suena a ironía amarga u oxímoron. Pero el significado profundo lo explica Forcano en el nutrido libro que acompaña los dos CDs: “Una de las etimologías que explican el nombre de la ciudad de Jerusalén traduce su nombre hebreo como ‘la ciudad de las dos paces, haciendo clara referencia metafórica tanto a la ‘paz celestial’ como a la ‘paz terrenal’, la primera proclamada y prometida por los profetas que vivieron o pasaron por ella, la segunda siempre anhelada por los políticos de todas las épocas que la han gobernado a lo largo de sus más de cinco mil años documentados de historia.”
Participan músicos judíos como el cantante israelí Yair Dalal junto con artistas árabes como el laudista iraquí Omar Bashir y el cantautor armenio Razmik Amyan, interpretando sus propias composiciones y también colaborando en obras conjuntas, que muestran la posibilidad de armonía más allá del seguimiento de legendarias partituras.
Tanto Savall como Barenboim han seguido haciendo muchas otras cosas. Durante las últimas décadas, Barenboim combinó sus proyectos de diálogo intercultural entre judíos y palestinos con sus otras incesantes actividades como director de la Ópera Estatal de Berlín, como director invitado y como pianista ambicioso, grabando más de una vez todos los conciertos de Mozart y todas las sonatas de Beethoven. También volvió a su cuna musical, Buenos Aires, para actuar con la otra gran estrella clásica argentina, Martha Argerich.
Savall tampoco se ha limitado a unir músicas que demuestran la posibilidad del diálogo en medio de la guerra: ha ganado Grammy por otros de sus proyectos musicales, históricos y sociales, incluyendo La dinastía Borgia, con música original de la época de esa familia tan sanguinaria como culta, y Las rutas de la esclavitud, con los sonidos y las crueles historias de los africanos arrancados de sus tierras, pero no de sus raíces culturales.
El maestro catalán sigue activo tocando la viola da gamba, el instrumento antiguo que rescató del olvido, y dirigiendo sus grupos instrumentales y vocales. En los últimos años se ha ido acercando a la música clásica y hasta romántica, entrando en el terreno de Barenboim: en esta década ha grabado con instrumentos originales las sinfonías de Beethoven.
Ambos octogenarios son luminarias en el firmamento de la música clásica, y con sus creativos y valientes proyectos de usar la música para promover la paz y el entendimiento, Barenboim desde sus raíces judías, Savall desde su identidad catalana y española, heredera de la tradición cristiana de la península, muestran que pese a los horrores que no cesan, la música nos puede convencer de que la paz es posible.

Publicado el 23 de agosto en Ideas de La Nación de Buenos Aires.

profile avatar

Roberto Herrscher

Roberto Herrscher es periodista, escritor, profesor de periodismo. Académico de planta de la Universidad Alberto Hurtado de Chile donde dirige el Diplomado de Escritura Narrativa de No Ficción. Es el director de la colección Periodismo Activo de la Editorial Universidad de Barcelona, en la que se publica Viajar sola, director del Premio Periodismo de Excelencia y editor de El Mejor Periodismo Chileno en la Universidad Alberto Hurtado y maestro de la Fundación Gabo. Herrscher es licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Periodismo por Columbia University, Nueva York. Es autor de Los viajes del Penélope (Tusquets, 2007), publicado en inglés por Ed. Südpol en 2010 con el nombre de The Voyages of the Penelope; Periodismo narrativo, publicado en Argentina, España, Chile, Colombia y Costa Rica; y de El arte de escuchar (Editorial de la Universidad de Barcelona, 2015). En septiembre de 2021 publicó Crónicas bananeras (Tusquets) y su primer libro colectivo, Contar desde las cosas (Ed. Carena, España). Sus reportajes, crónicas, perfiles y ensayos han sido publicados The New York Times, The Harvard Review of Latin America, La Vanguardia, Clarín, El Periódico de Catalunya, Ajo Blanco, El Ciervo, Lateral, Gatopardo, Travesías, Etiqueta Negra, Página 12, Perfil, y Puentes, entre otros medios.  

Obras asociadas
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.