Pablo Raphael
Una hoja ligera y metafísica rasga los ojos. El llanto a punto de desbordarse sin saber si se trata de la felicidad o de la tristeza o de las cuerdas emocionales que sólo la música es capaz de tocar. Llevo un par de meses escuchando este disco todos los días y ha sido como un bálsamo y un llanto a la vez, una definición única de belleza. Tuve el privilegio de ver como Joan Valent lo escribía en la isla que es su casa que a su vez está rodeada de esa isla de fantasmas que se llama Mallorca. En su escritura volumétrica está el luto de su padre y el doloroso e inexplicable proceso de la orfandad, la experiencia visionaria de Ramón Llull y la cueva y luego la costa de donde partió hacia Túnez para terminar su Ars Magna; las piedras y acantlados de Robert Graves y su I´d died for you; la conexión que Valent tiene con el exilio español en México a través de Pedro Salinas (¿Serás amor un largo adiós que no se acaba? y Si me llamaras) y su guiño a Dylan Thomas (Do not go gente into that good nigh). Encerrarse en Poetic logbook es una declaración de amor al amor, pero también a la poesía y al olvido y al doloroso acto de tocarse por dentro para reconocer que siempre seremos la nostalgia de lo que ya no será. Somos nuestro propio cuaderno de bitácora y sus renglones son las cicatrices. Por días el escucha podrá tararear las letras como si le brotaran en la lengua, por días el escucha se abrazará al vértigo del cello y la marea de violas, violines y piano, para caer rendido ante la voz de Maia Planas mientras el misterio de la arena y el agua lame sus pies. Este es un conjunto de piezas donde uno es una estrella de cinco puntos y también es el mar.
El único autor español vivo que ha grabado en la Deutsche Gramophon, abandonó aquellos años en que puso su virtuosismo al servicio del cine (¿Cuánto pesa su edificio señor Foster? de Norberto López Amado y Carlos Carcas, Las brujas de Zugarramundi de Alex de la Iglesia, El rey de la Habana de Agutsí Villarogna o Birdman de Alejandro González Iñárritu) para volver a sí mismo no en un trabajo personal sino en un ejercicio desgarrador que le ha dado a la música contemporánea un clásico y una nueva carta de navegación.