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Ficha técnica

Título: Wadzek contra la turbina de vapor | Autor: Alfred Döblin |  Traducción: Belén Santana | Editorial: Impedimenta  | Género: Novela | ISBN: 978-84-15130-32-1 | Páginas: 416 | Formato:  13 x 20 cm.| Encuadernación: Rústica |  PVP: 23,95 euros

Wadzek contra la turbina de vapor

Alfred Döblin

IMPEDIMENTA

Wadzek contra la turbina de vapor (1918), para muchos la clara predecesora de la obra maestra de Alfred Döblin, Berlin Alexanderplatz, constituye una magistral y divertidísima sátira del capitalismo salvaje. Wadzek y Rommel, los protagonistas de la novela, son dos industriales cuya única razón para vivir es la de superarse entre ellos y, de paso, aniquilarse el uno al otro. Rommel, un personaje ambicioso, extremado, actúa de manera sibilina contra su más firme competidor, Wadzek, quien, de este modo, se convertirá en víctima del sistema o, al menos, así lo percibe él, lo que hace que se vea obligado a arrastrar a toda su familia en una huida desaforada de un Berlín desproporcionado, caótico y tremendo. Obra desmesurada, estridente, irónica y grotesca, todo en ella está deformado hasta alcanzar casi la caricatura, haciendo de esta una novela tragicómica, que oscila entre los dos polos del humor: la gravedad y el divertimento. 

«Döblin les inquietará; perturbará sus sueños. Quien esté satisfecho consigo mismo, que no se acerque a él.» (Günter Grass) 

LIBRO PRIMERO

LA CONSPIRACIÓN
Gabriele recorrió la Schöneberger Ufer. Cruzó el puente sobre el canal hasta la otra orilla del Spree. Se apeó ante un viejo edificio de la calle Am Blumeshof. Se adentró en la penumbra del comedor hasta encontrarse bajo la lámpara, que arrojaba sobre la mesa una mancha de luz de gas redonda y tenue. La puerta del recibidor crujió. Un buqué de flores salió a su encuentro desde la penumbra. Wadzek dijo con su voz habitual:
   
    -Buenas tardes, buenas tardes, mi querida señorita.
 
    Una criada vieja y encorvada ayudó a Gabriele a quitarse el abrigo.
Wadzek deambulaba por la habitación. Basculó sobre sus pies. Rodeó presuroso todos los muebles de la estancia. Aclaró la voz. Cacareó. Tenía el rostro infantil y alargado, con una barba hirsuta y rubicunda. Se acercaba a las sillas y los estantes, los olisqueaba, siempre amable, familiar, emparentado con todo. Correteaba vestido con sus mejores trapos, con las manos metidas hasta los codos en los pantalones para evitar cualquier signo de celebración. Solo parecía sentirse bien al amparo de algún objeto, y rara vez ocupaba el centro de la estancia. Si de pronto se sentía a descubierto, regresaba a su sitio con un movimiento escurridizo y sigiloso. Cuando Gabriele logró que se sentara, él se giró sobre el asiento y buscó el contacto con los flecos del mantel. Como colgaban demasiado, tironeó de un pequeño tapete sobre el que reposaba un jarrón.
    -Deje ya el jarrón -dijo Gabriele.
   
    Molesto, él retiró el brazo:
    -Estoy nervioso. Eso a nadie le incumbe. Un jarrón no puede ponerme nervioso. Un jarrón tiene que estar en su sitio.
    Wadzek miró inseguro más allá de la mesa, entre las patas de la silla. Se dirigió al aparador sorteando dos cenefas de la alfombra. Había abandonado la isla.

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Alfred Döblin

Alfred Döblin (1878-1957) nació en Stettin (Szczecin), ciudad portuaria situada en lo que por entonces constituía la provincia prusiana de Pomerania, en el seno de una familia de comerciantes judíos asimilados. Estudió Medicina en Berlín y en Friburgo, y se especializó en enfermedades nerviosas. Encontró su inspiración en la obra de Holdërlin, Schopenhauer, Freud y Nietzsche, antes de unirse al expresionismo, y publicó sus primeros poemas en la revista literaria Der Sturm. En 1915 obtuvo su primer éxito literario con la novela Los tres saltos de Wang-lun, que supuso una ruptura decisiva con la tradición de la novela burguesa alemana. Siguieron Wadzek contra la turbina de vapor (1918), una ácida sátira del capitalismo previo a Weimar, en donde Döblin aborda uno de los temas centrales de su narrativa posterior: la violencia de la técnica, único e implacable sujeto de la vida moderna; Wallenstein (1920), situada en la guerra de los Treinta Años, Berge Meere und Giganten (1924), curiosa novela de ciencia ficción, y, sobre todo, Berlin Alexanderplatz (1930), una obra panorámica, total, influida fuertemente por la del estadounidense John Dos Passos, que narra la vida de un antiguo convicto en la capital alemana. Inmediatamente después del incendio del Reichstag y la toma del poder por los nazis en 1933, huyó a Suiza y luego a París, donde coincidirá con Claire e Yvan Goll, Hermann Kesten, Arthur Koestler, Joseph Roth, Hans Sahl, y donde verá por última vez a Robert Musil. Obtuvo la nacionalidad francesa, y después, en 1940, se marchó a Estados Unidos, donde llegó a trabajar brevemente para la Metro Goldwyn Mayer escribiendo guiones por cien dólares a la semana. Tras convertirse al catolicismo, regresó en 1945 a Alemania, donde desempeñó labores de funcionario del gobierno militar francés como representante de la oficina de instrucción pública. Entre sus atribuciones estaba la de aprobar la publicación de los manuscritos que se sometían a las editoriales de la época, lo que le llevó a rechazar textos de autores que habían simpatizado con el régimen nazi, como Ernst Jünger o Gottfried Benn. Aquejado de la enfermedad de Parkinson, falleció en Emmendingen, el 26 de junio de 1957.

Obras asociadas
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