Ficha técnica
Título: Voces. Antología de narrativa catalana contemporánea | Autora: Lolita Bosch | Traducción: Tània Juste y Anna Carreras | Edición y Prólogo: Lolita Bosch | Editorial: Anagrama | Colección: Narrativas hispánicas | Género: Textos | ISBN: 978-84-92649-34-1 | Páginas: 360 | PVP: 19,50 € | Publicación: Septiembre ce 2010
Voces ha sido publicado simultánemente por la editorial Empúries bajo el nombre Veus de la nova narrativa catalana.
Voces
Lolita Bosch
Ésta es una antología de textos hecha con vocación lectora. Una selección personalísima y subjetiva en la que Lolita Bosch reúne a 41 autores menores de 45 años que escriben en catalán y se insertan en una tradición común. La de Francesc Trabal, Caterina Albert, Mercè Rodoreda o Llorenç Villalonga. Y es también un libro hecho sin vocación canónica, sino como una biblioteca. Una búsqueda íntima con la que Lolita Bosch pretende escuchar, descubrir y dialogar con otras voces de su generación. Aunque este libro tampoco es un catálogo, porque no quiere ser panorámico ni exhaustivo. Hay buenísimos escritores que no han cabido aquí, otros que no han querido estar y unos más que la antologadora no ha podido localizar. Y, sin embargo, éstos son en este libro los gustos de Lolita Bosch. Dispares, como los de cualquier lector, y sin vocación académica ni histórica. Y hasta aquí lo que este libro no es. Porque lo que sí es, es una inmersión insólita y poco frecuente en la narrativa catalana que se escribe hoy. Un recorrido por voces distintas, sólidas y personalísimas en los textos de 41 autores. Desde poetas que han hecho un salto excepcional a la narrativa, como Albert Balasch o Laia Noguera, pasando por novelistas que han cedido fragmentos de textos publicados, como Sebastià Alzamora o Najat El Hachmi, hasta cuentistas extraordinarios como Francesc Serés, Jordi Lara, Ramon Erra, Montse Banegas o Albert Roca. Aunque hay más, muchos más. Algunos, incluso, que publican por primera vez. Porque éste es, por encima de todo, un ejercicio de lectura y de búsqueda. La posibilidad de descubrir una literatura deslumbrante y modernísima que sigue manteniéndose mayoritariamente oculta. ¡No se la pierdan! Hagan caso de su curiosidad lectora y permitan que un texto los lleve al otro. Porque las narraciones talentosísimas de Neus Canyelles, Edgar Cantero, Guillem Sala, Pep Puig o Borja Bagunyà son un descubrimiento exquisito y una oportunidad única, para los lectores, de sumergirse en esta literatura universal, arriesgada y radicalmente viva. Que ustedes lo disfruten: Bon profit.
PRÓLOGO:
SÓLO CUANDO OLVIDO QUE EL TIEMPO, UN DÍA,
SE NOS TERMINA
Mientras estábamos terminando de editar
este libro murió mi queridísimo amigo Pere Coll.
Acuérdense de él durante un instante.
Este libro está originalmente escrito en una lengua pequeña, protegida con celo y querida por la mayoría de sus hablantes como si fuera un objeto precioso. La lengua con la que aprendí a hablar y que todavía uso hoy para mecerme, acompasadamente,
en mi pasado, los lugares de mi infancia, mis muertos. Una lengua que convive siempre, en cualquier territorio donde se hable, con otras lenguas: el español, el italiano o el francés. Y que tiene acentos, variantes y dialectos diversos que nosotros sabemos reconocer como si fueran rabiosamente distintos pero que de lejos podrían parecer todos iguales. Este libro está originalmente en una lengua que guarda con orgullo y con afecto la semilla en la que todavía late el latín vivo más antiguo de Europa. La lengua en la que no consigo encontrar el primer vocablo que aprenden los niños. La lengua que tiene sinónimo para el ser pero carece del uso del verbo amar. Una lengua que se columpia entre el lenguaje común y el lenguaje culto. Que tiene licencia para decir cosas que no podemos escribir y cuyos hablantes nos maravillamos siempre cuando encontramos palabras que desconocemos. La lengua de la que hablamos cuando hablamos de nosotros. Y la lengua que yo, también, aprecio como si fuera algo íntimo, precioso.
Y sin embargo esta lengua nuestra se confunde a menudo con acciones y deseos que no hablan de lenguas, de mecedoras, de muertos, de manos ni de territorios. Y por eso, en ocasiones, nos piden que la expliquemos como si debiéramos utilizarla siempre, utilizarnos siempre, para hablar de cosas repetidas e íntimas y familiares que se alejan de la pasión literaria, la curiosidad en la escritura, las lecturas. Como si fuese necesario decir, una y otra vez, quiénes somos, cómo nos sentimos, dónde estamos. Pero ésta es una petición absurda. Porque nuestra lengua no es un globo aerostático con el que alejarnos de todo para protegernos, diferenciarnos, definirnos ni convertirnos en una sola cosa vista desde un punto inaudito del espacio. Sino que es un cedazo hecho con venas y laberintos y ritmos y pasiones y tensiones distintas que guardan en su entraña literaria una de las escrituras europeas más desconocidas fuera de su territorio. Una literatura que permanece oculta, silenciosa y apenas traducida. Una tradición antigua y firme que plantó sus raíces en las raíces de toda Europa y que a medida que se nos acerca suena como sonarían las voces extinguidas de Francesc Trabal, Víctor Català y Llorenç Villalonga. Porque la nuestra es una lengua que se hila y en la que todavía sabemos reconocernos. Y porque aún hoy, leyéndonos, podemos sospechar qué otras cosas hemos leído. Quiénes somos en este árbol literario en el que nos encontramos todos. Y aquí, en esta continuidad que yo heredé y que comencé a tejer con las leyendas que me contaba mi abuelo Jaume o los libros que compartía con mi padre, las ediciones de Pere Calders que había en mi casa, las poesías que leía con Oriol Pons de Vall y los volúmenes de infancia que me compraba mi madre, de algún modo, podrían converger infinidad de nombres que ahora ya son nubes y que tienen debajo un mundo literario que habité. Y que no obstante: no es el mundo en el que, literariamente, crecí.