Ficha técnica
Título: Vidas frágiles, noches oscuras | Autor: Hiromi Kawakami | Traducción: Marina Bornas Montaña | Editorial: Acantilado | Colección: Narrativa del Acantilado, 263 | Fecha: ene/2016 | Encuadernación: Rústica cosida | Formato: 13 x 21 cm | Páginas: 176 | ISBN: 978-84-16011-75-9 | Precio: 18 euros
Vidas frágiles, noches oscuras
Hiromi Kawakami
Lili es una mujer de treinta y cinco años que vive con Yukio, su marido, a quien hace tiempo que no ama.
Haruna, su mejor amiga, está enamorada de Yukio desde que lo conoció, y Lili sospecha que ambos la engañan, pero decide no hacer nada al respecto. Una noche conoce a Akira, un hombre más joven que ella, con el que inicia una relación.
Las historias de los cuatro amantes se entrelazan sutilmente en esta novela, en la que Hiromi Kawakami, con su prosa sensual y concisa, nos invita a reflexionar acerca de la soledad y la naturaleza de las relaciones humanas.
La crítica dice:
«El estilo de Kawakami es de una gran finura narrativa, de una delicadeza que roza la poesía, pero en la que también caben la oscuridad, el dolor y el desgarro».
Elena Sierra, El Correo
1
Lili. De noche en el parque
Lili Nakamura caminaba.
Era noche cerrada. Debían de ser las dos y media de la madrugada.
Lili paseaba despacio, jugando con una rama que había recogido en la entrada del parque.
Aunque era muy tarde, el parque estaba lleno. Había gente cruzando el puente que salvaba el gran estanque.
Una persona sola. Una pareja. Un grupo de cinco que hablaba en voz baja.
También había gente sentada en los bancos. Un anciano con un bastón en la mano, completamente inmóvil. Un hombre y una mujer sentados uno junto al otro. Una mujer tumbada con una pequeña bolsa doblada bajo la cabeza.
Otras personas caminaban. Una, en línea recta. Otra, haciendo eses. Alguien avanzaba lentamente, practicando claves de kenpo.
Una bicicleta de montaña adelantó a Lili con una ráfaga de aire. Ella levantó la cabeza y fijó la vista en la espalda ancha del chico de la bicicleta. Sintió un escalofrío.
El aire nocturno olía a tierra. El calor del día había remitido, y una fresca brisa invadía todos los rincones del parque.
-No quiero volver-susurró Lili. «¿Por qué soy la única persona, entre toda esta gente, que tiene que irse?-añadió entonces para sus adentros-. No quiero irme. Incluso me quedaría a vivir aquí».