
Ficha técnica
Soñé con elefantes
Ivica Djikic
Andrija Sučić, ex soldado y antiguo miembro de la Guardia personal del primer presidente de Croacia, ha sido ejecutado delante de su casa. Hablaba demasiado: fosas comunes, asesinatos de civiles… y además estaba el extraño asunto de los elefantes. Se había vuelto loco y era peligroso para quienes habían hecho negocios durante la guerra e intentaban afianzar su carrera política en la nueva Croacia. Su muerte no parece importar a nadie, excepto a su hijo secreto Boško, que trabaja en el Servicio de Seguridad Nacional y decide investigar por su cuenta. Las pesquisas de Boško lo llevan hasta las cloacas del Estado, donde fiscales, generales y políticos poderosos se mezclan sin rubor con mafiosos de regreso a casa tras reinar en «las tres calles de Fráncfort en las que no se habla alemán». La segunda novela de Ivica Djikić describe, a través de la voz de varios narradores, unos tiempos oscuros mediante una prosa brillante y afilada que lo confirma como uno de los mayores exponentes de la nueva narrativa balcánica.
Capítulo 1
La inmovilidad
De la muerte de mi padre secreto me enteré por el telediario. Me desperté justo cuando empezaban las noticias de la noche, había dormido demasiado. Subí el volumen. Era él quien protagonizaba la primera noticia de ese 17 de octubre de 1999. Las imágenes se me volvían borrosas: el patio frente a su descuidada casa unifamiliar en la calle de Kraljica Jelena 9; en un primer plano grandes manchas de sangre, que en esos momentos lavaba la lluvia; sobre el camino asfaltado frente a la puerta de entrada, los vecinos que no habían oído nada ni visto nada que llamara su atención. Los policías con impermeable, los forenses, el rostro serio del presidente del gobierno y del ministro del Interior. Fin de la noticia. Sonó el teléfono. Sabía quién llamaba, solo podía ser una persona, pero no contesté. Necesitaba un cigarrillo. Cuando dejó de sonar descolgué el auricular, pesado como una pesa de gimnasio, y marqué su número. —Ya lo has visto… —masculló mi madre, Veronika. Desde que me había mudado hacía dos años vivía sola en la otra punta de la ciudad.