Ficha técnica
Título: Nuestra pandilla | Autor: Philip Roth | Editorial: Mondadori | Precio: 16,85 € | Páginas: 176 | Formato: 13,5 x 23 cm. | Fecha de publicación: 2008 | Género: Novela
Nuestra pandilla
Philip Roth
Philip Roth disecciona con hilarante y despiadada inteligencia la era Nixon y sus tejemanejes.
El propósito de Roth en esta obra escrita en los años 70 (antes del escándalo Watergate) es ajustarle las cuentas a Nixon y a su corrupta administración. Y lo hace a través de una sátira política hilarante y desmadrada en la que podría hallarse un claro paralelismo con la actualidad. Así, los boyscouts se rebelan contra el presidente, existe un eje del mal que incluye a Jimmy Hendrix y Jane Fonda, e incluso una guerra sucia, que Nixon declarará al «gobierno pornográfico de Dinamarca» por apoyar la insurgencia…
Esta novela humorística no se había vuelto a publicar en España desde 1983, pese a que su trasfondo es fácilmente extrapolable a la actualidad política de Estados Unidos. Se trata de un texto visionario en muchos sentidos: Roth se adelantó a los acontecimientos (el escándalo Watergate) al denunciar la corrupción imperante en el gobierno de Nixon.
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TRICKY RECONFORTA A UN
ATRIBULADO CIUDADANO
CIUDADANO: Señor presidente, quiero felicitarle a usted por haber proclamado el 3 de abril el carácter sagrado de la vida humana, incluida la del nonato. Hacía falta mucho valor para ello, sobre todo a la luz de los resultados electorales de noviembre.
TRICKY: Muchísimas gracias. Podría haber optado por lo más popular, qué duda cabe, proclamándome en contra del carácter sagrado de la vida humana. Pero francamente, prefiero ser presidente de una sola legislatura, haciendo lo que considero correcto, a ser presidente de dos legislaturas, adoptando una actitud tan fácil. A fin de cuentas, he de atender a mi conciencia tanto como al electorado.
CIUDADANO: Su conciencia, señor presidente, nos tiene a todos maravillados.
TRICKY: Muchas gracias.
CIUDADANO: Me gustaría saber si puedo hacerle una pregunta que guarda relación con el teniente Calley y su condena por la muerte de veintidós civiles vietnamitas en My Lai.
TRICKY: Ciertamente. Supongo que saca usted esto a colación como un ejemplo más de mi negativa a tomar las medidas que más popularidad podrían granjearme.
CIUDADANO: ¿Cómo es eso, señor presidente?
TRICKY: Bueno, visto el clamor público que se alzó contra esta condena, lo que mejor habría acogido la gente, con mucho, habría sido que yo, comandante en jefe, hubiera condenado a esos veintidós civiles desarmados por conspiración para matar al teniente Calley. Pero si echa un vistazo a los periódicos, podrá comprobar usted que me negué a hacer tal cosa, que opté por limitarme a reconsiderar la cuestión de la culpabilidad del teniente, y no la de ellos. Como acabo de decirle, si hace falta, prefiero ser presidente de una sola legislatura. Y permítame dejar otra cosa perfectamente clara, ahora que hablamos de Vietnam. No voy a inmiscuirme en los asuntos internos de otro país. Si el presidente Thieu tiene pruebas suficientes y desea juzgar a los veintidós lugareños de My Lai a título póstumo, de conformidad con alguna ley vietnamita relativa al culto de los antepasados, es asunto suyo. Yo, desde luego, no voy a inmiscuirme en el funcionamiento del sistema judicial vietnamita. Creo que el presidente Thieu y sus funcionarios de Saigón, debidamente elegidos, sabrán «apañárselas» solos en beneficio de la ley y el orden.
CIUDADANO: Señor presidente, lo que me viene inquietando es lo siguiente. Considerando que comparto con usted el convencimiento de que la vida humana es sagrada…
TRICKY: Lo felicito. Seguro que también le gusta a usted mucho nuestro fútbol.