Ficha técnica
Título: Mil millones de años hasta el fin del mundo | Autores: Arkadi y Boris Strugatski | Traducción del ruso: Fernando Otero Macías | Editorial: Sexto Piso| Colección: Narrativa Sexto Piso | Año de publicación: 2017 | ISBN: 9788416677566 | Páginas: 172 | Formato: 15 x 23 rustica | Precio: 16,90 euros
Mil millones de años hasta el fin del mundo
André y Raphaël Glucksmann
Dmitri Maliánov, un astrofísico que está trabajando en un proyecto por el que podría recibir el Premio Nobel, ha enviado a su esposa Irina y a su hijo de vacaciones a la costa con la idea de concentrarse exclusivamente en su fórmula matemática «revolucionaria». Cuando está al borde de la revelación, comienzan las interrupciones: enigmáticas llamadas telefónicas, una entrega inesperada de comestibles y vodka; la llegada de una desconocida, una hermosa mujer, que dice ser compañera de escuela de Irina y que le pide pasar la noche en su casa; la aparición de un inspector que deja entrever que Maliánov podría ser acusado de asesinato. Pronto, nuestro héroe recibe la visita de otros investigadores que también sospechan que estos fenómenos no son sino advertencias siniestras y enigmáticas. Reunidos en el apartamento de Maliánov, los cinco hombres comienzan a intentar dar sentido a los diversos acontecimientos y amenazas que han puesto su trabajo en suspenso.
En esta comedia negra con claras reminiscencias de autores tan dispares como Ionesco, Kafka o Philip K. Dick, Arkadi y Borís Strugatski -considerados los mejores escritores de ciencia ficción de la era soviética- demuestran, una vez más, que este género es sin duda el mejor para ejercer una velada -pero clara- crítica social. Una novela provocativa, divertida y profunda que fue carne de censura en la época en que fue publicada, y que por primera vez pueden disfrutar los lectores en español.
«Uno de los hermanos Strugatski es descendiente de Gógol y el otro de Chéjov, pero nadie está seguro de cuál es cuál. Éste es, definitivamente, un libro maravilloso». Ursula K. Le Guin
CAPÍTULO 1
Extracto 1. … el blanco calor de julio, el más sofocante en dos siglos, abrasaba la ciudad. La calima se extendía por encima de los tejados recalentados, todas las ventanas de la ciudad estaban abiertas de par en par, y, a la tenue sombra de los árboles exhaustos, sudaban y se derretían las ancianas, sentadas en los bancos junto a los portales.
El sol cruzó el meridiano y se hincó en los fatigados lomos de los libros, golpeó en los cristales de la estantería, en las puertas bruñidas de los armarios, y las manchas de luz, ardientes y furiosas, empezaron a temblar en el papel pintado. Se avecinaba el calvario de la tarde: ya estaba próxima la hora en que el sol colérico, colgando inmóvil sobre los doce pisos del afilado edificio de la acera de enfrente, descargaría toda su
artillería sobre el piso.
Maliánov cerró la ventana -las dos hojas- y corrió las gruesas cortinas amarillas. Después se puso unos calzoncillos y se arrastró descalzo hasta la cocina, donde abrió la puerta del balcón.
Eran poco más de las dos.
En la mesita de la cocina, entre migas de pan, resplandecía una naturaleza muerta compuesta por una sartén con los restos resecos de unos huevos revueltos, un vaso de té a medias y un mendrugo mordisqueado con huellas de mantequilla
derretida.
-Nadie ha fregado y nada se ha fregado* -dijo Maliánov en voz alta.