Ficha técnica
Título: Mi abuela rusa y su aspiradora americana | Autor: Meir Shalev | Traducción: Silvia Villalobos | Editorial: Ático de los Libros | Género: Novela | Formato: 15 x 23 Rústica con solapas | Páginas: 240 | ISBN: 978-84-939719-4-6 |Precio: 19,50 euros
Mi abuela rusa y su aspiradora americana
Meir Shalev
Todas las abuelas son especiales, pero algunas más que otras
En Nahalal, el pueblo donde nació Shalev, conocemos a su asombrosa abuela Tonia, que llegó a Palestina en barco desde Rusia y pasó toda su vida luchando contra el peor enemigo de su familia en aquellas nuevas tierras: la suciedad.
A Tonia no se la vio nunca sin un trapo al hombro. Recibía a los visitantes fuera de casa y sólo permitía a unos pocos privilegiados entrar en su inmaculada morada. Hilarante y conmovedora, la historia de la abuela Tonia y sus reglas cobran vida en un relato que gira alrededor de la llegada de una enorme y reluciente aspiradora americana, regalo de un tío que había emigrado a Estados Unidos.
Mezclando magistralmente realidad y ficción, Shalev crea personajes inolvidables y traza un retrato emotivo de su familia y de toda una época.
«Un álbum de recuerdos familiares nada convencional y muy divertido.» Kirkus Reviews
«Una historia de amor sin oscuridad.» Haaretz
«Mientras leía estas páginas, yo también me convertí en el nieto de Tonia.» Erri De Luca
«La encantadora y divertida historia de la abuela de Meir Shalev, su obsesión con la limpieza y su complicada relación con su aspiradora americana.» Die Welt
«Es un libro para todo el mundo. Una lectura rápida y atractiva pero significativa, que te deja un sentimiento cálido.» Jewish Boston
«Este libro me recuerda a las historias judías que escuchaba una y otra vez durante mi infancia. Requerían paciencia pero el placer estaba en el ritmo de la narración y las frecuentes repeticiones. Y Shalev es un maestro de este tipo de narraciones.» Cleveland.com
«Este es probablemente uno de los libros más divertidos que se han escrito sobre un trastorno obsesivo-compulsivo.» Haaretz
UNO
Esto es lo que pasó: hace varios años, en un caluroso día de verano, me desperté de una placentera siesta y me preparé una taza de café. Mientras la sorbía, me di cuenta de que todo el mundo me miraba extrañado, aguantándose la risa. Cuando me agaché a ponerme las sandalias, descubrí la razón: alguien me había pintado las uñas de los pies -las diez- con esmalte rojo brillante.
-¿Qué ha pasado? -grité-. ¿Quién me ha pintado las uñas?
Desde el otro lado de la puerta del porche, que estaba entreabierta, llegó el sonido de unas risitas que enseguida reconocí de incidentes previos.
-Sé quién ha sido -dije, alzando la voz-. ¡Os pillaré y os pintaré la nariz y las orejas del mismo rojo brillante que habéis utilizado en mis dedos, y me las arreglaré para hacerlo antes de que se me enfríe el café!
Las risitas se tornaron en carcajadas que confirmaron mis sospechas. Mientras dormía, las dos hijas pequeñas de mi hermano, Roni y Naomi, habían entrado sigilosamente y me habían pintado las uñas. Más tarde me contaron que la mayor se había ocupado de cuatro uñas, mientras que la pequeña había hecho las seis restantes. Esperaban que no me diera cuenta y que saliera a la calle de esa guisa; sólo querían que fuese objeto de burla y escarnio público. Pero ahora que su plan había sido descubierto, irrumpieron en el salón al ruego de:
-¡No te lo quites, no lo hagas, es muy bonito!