
Ficha técnica
Título: Memorias de una dama | Autor: Santiago Roncagliolo | Editorial: Alfaguara | Género: Novela | Colección: Hispánica | ISBN: 978-84-204-2229-9 | EAN: 9788420422299 | Precio: 19.50 € | Páginas: 336
Memorias de una dama
Santiago Roncagliolo
La millonaria Diana Minetti quiere escribir sus memorias, una historia llena de glamour y fiestas de la alta sociedad en Londres y París. Pero contrata para el trabajo a un escritor peruano mediocre, arribista y casi ilegal que quiere publicar un libro de éxito cueste lo que cueste.
Durante la investigación, el biógrafo descubre los vínculos de la familia de Diana con el fascismo, la Mafia italiana, la CIA y las dictaduras caribeñas de Trujillo y Fulgencio Batista. Y decide escribir una historia muy distinta de la que quiere su clienta.
Jackie Kennedy, Benito Mussolini, la Revolución Cubana, Lucky Luciano, Mario Vargas Llosa desfilan por este libro, mezcla de comedia, thriller y novela histórica sobre las mentiras, el dinero y las buenas familias.
Capítulo 1
Conocí a Diana Minetti en su residencia de la avenida Roosevelt, a pocos metros de los Campos Elíseos. Vivía entre las galerías de arte más exclusivas, cerca del palacio presidencial, y desde la terraza de su dúplex se dominaba toda la ciudad, de Montmartre a La Défense. La servidumbre de su casa bastaba para atender un ministerio: un ama de llaves irlandesa, una mucama portuguesa, un mayordomo marroquí y un chef francés, igual que la secretaria. Entré en la casa por la puerta de servicio y atravesé una ajetreada cocina en la que parecía prepararse un lanzamiento espacial. Luego recorrí un largo pasillo de espejos y desemboqué en el salón, donde el mayordomo me indicó que me sentase. Del altísimo techo colgaba una araña de cristal sobre varios sillones Voltaire y tapices del siglo XIX. Afuera, en un largo balcón, la torre Eiffel se regalaba a la vista. Un café con leche se materializó ante mí como por arte de magia. Sobre la mesita del salón descansaba una pitillera de plata rebosante de Marlboros light. Robé uno y me senté a esperar.
Por el teléfono, Madame Minetti me había dado la impresión de ser una anciana venerable, más bien débil. Supuse que sería algo egocéntrica, a juzgar por el tipo de trabajo que requería. Pero, en cualquier caso, su llamada había caído del cielo.
Por entonces, a mediados del año 2001, yo acababa de terminar de estudiar en España y no sabía qué hacer con mi vida. Me había graduado en el peor máster de guión de cine del mundo hispano por sólo tres mil quinientos dólares más gastos de subsistencia. La publicidad de la escuela ofrecía promover los guiones de fin de carrera, pero ni siquiera se tomaron la molestia de leer el mío. Me mandaron una carta sin firma: está muy bonito su guión, no tenemos nada que criticar. Ahora, búsquese la vida. Genial, muchas gracias, conchatumadre.
Estudiar en España, de todos modos, era una excusa. Yo quería ser escritor. Es trillado, sí. Pero era cierto. Desde mi infancia, cada vez que me gustaba un escritor, la solapa de su libro informaba que residía en España (o en París, pero eso quedaba fuera de mis posibilidades económicas).