Ficha técnica
Título: Me llamo Lucy Barton | Autora: Elizabeth Strout | Traducido: Flora Casas | Editorial: Duomo | Colección: Nefelibata | Páginas: 224 | Encuadernación: Rústica con solapas | Dimensiones: 14 x 21,5 cm. | ISBN: 9788416261918 | Fecha: septiembre 2016 | Precio: 16,80 euros |
Me llamo Lucy Barton
Elizabeth Strout
En una habitación de hospital en pleno centro de Manhattan, delante del iluminado edificio Chrysler, cuyo perfil se recorta al otro lado de la ventana, dos mujeres hablan sin descanso durante cinco días y cinco noches. Hace muchos años que no se ven, pero el flujo de su conversación parece capaz de detener el tiempo y silenciar el ruido ensordecedor de todo lo que no se dice. En esa habitación de hospital, durante cinco días y cinco noches, las dos mujeres son en realidad algo muy antiguo, peligroso e intenso: una madre y una hija que recuerdan lo mucho que se aman.
«Sus novelas lo tienen simplemente todo. Su mirada, de una altura vertiginosa, no pierde ni un solo detalle.» Paolo Giordano
«¿Cómo lo hace? ¿Cómo consigue generar este desasosiego con un libro tan directo al tiempo que elusivo? Puro talento, supongo.» Carlos Zanón
«Posee una indudable pericia para convertir detalles ínfimos en espejo de lo universal.» Flavia Company
«Una elegía sobre los seres que quisimos y siempre querremos por encima de las decepciones y las heridas.» J. Ernesto Ayala-Dip
«Strout reviste lo ordinario de una fuerza asombrosa.» The New Yorker
«En este punto quiero resaltar lo que me parece brillante. En Me llamo Lucy Barton el talento de Elizabeth Strout refulge no en la historia de Lucy determinada por el paisaje vital y humano que la rodea ni la estructura del relato, sino en el peso y la densidad de las cosas que la protagonista-narradora no cuenta». La Vanguardia Cultura/s, Robert Saladrigas
«Una obra de esta calidad surge del compromiso de escuchar, de un conocimiento perfecto de la condición humana, de una atención a la realidad tan exacta que deja de ser talento para convertirse en virtud.» Hilary Mantel
«Pura vida. Deja un poso importante en cualquier lector.» La Vanguardia Cultura/s
«Excelente cronista de las miserias y las virtudes del alma humana, sabe crear unos personajes poliédricos y profundos.» El Punt Avui
PÁGINAS DEL LIBRO
Hubo una época, hace ya muchos años, en la que tuve que estar en el hospital durante casi nueve semanas. Era en Nueva York, y por la noche tenía desde mi cama una vista clara, justo enfrente, del edificio Chrysler, con su esplendor geométrico de luces. Durante el día la belleza del edificio se atenuaba, poco a poco se convertía simplemente en una gran estructura más recortada contra un cielo azul, y todos los edificios de la ciudad parecían distantes, silenciosos, remotos. Era mayo, pasó junio, y recuerdo que miraba la acera desde la ventana y observaba a las mujeres jóvenes -de mi edad- que habían salido a comer, con su ropa primaveral: veía sus cabezas moverse mientras hablaban, sus blusas ondeantes con la brisa. Pensé que cuando saliera del hospital no volvería a andar por la calle sin dar las gracias por ser una de aquellas personas, y lo hice durante muchos años, recordar la vista desde la ventana del hospital y alegrarme por la acera por la que andaba.
Al principio fue una cosa sencilla: ingresé en el hospital para que me extirparan el apéndice. Después de dos días empezaron a darme de comer, pero no podía retener nada. Y de repente se presentó la fiebre. No fueron capaces de aislar ninguna bacteria ni de explicarse qué había salido mal. Ni entonces ni nunca. Tomaba líquidos por una vía intravenosa y antibióticos por otra. Iban sujetas a un palo metálico con las ruedas flojas que podía arrastrar de un lado a otro, pero me cansaba en seguida. Fuera cual fuese el problema que se había adueñado de mí, desapareció a principios de julio, pero hasta entonces me encontraba en un estado muy raro -literalmente una espera febril-, y angustiada de verdad. Tenía marido y dos hijas pequeñas en casa, echaba terriblemente de menos a las niñas y llegué a temer que la preocupación por ellas me pusiera más enferma.