Ficha técnica
Título: Lo que cuenta es la ilusión | Autor: Ignacio Vidal-Folch | Editorial: Destino | Colección: Áncora & Delfin | Género: Dietario | ISBN: 978-84-233-2897-0 | Páginas: 328 | Formato: 13,3 x 23 cm.| Encuadernación: Rústica con solapas | PVP: 19,50 € | Publicación: 23 de octubre de 2012
Lo que cuenta es la ilusión
Ignacio Vidal-Folch
Lo que cuenta es la ilusión: En parte confesión, en parte acusación, en parte relato, y todo sencillo, serio, fresco y moderadamente agudo. ¡Agitar, no mezclar!
Este dietario de los años 2007-2010 se despliega teniendo en cuenta los modelos de Pla y de Renard y los «Carnets» póstumos de Cioran, para destilar de esas y otras referencias un híbrido de intimidad, reflexión, anécdotas y testimonio.
Es una vertiginosa sucesión de días y de notas introspectivas, relatos literarios, observaciones de la vida cotidiana, anécdotas significativas sobre la vida social e impresiones de ambiente cazadas al vuelo, y esto con un estilo transparente y altamente literario.
Mezcla que, sin responder a un plan predeterminado, divaga entre los acontecimientos pequeños y grandes, y los signos de la vida cultural, política y cotidiana, durante los primeros años de la crisis.
Ya desde su título es un libro irónico y contradictorio; un dietario insólito, extraño a la tradición hispana del género autobiográfico y las literaturas del yo, que en los últimos años han dado a nuestras letras algunos frutos suculentos.
En Lo que cuenta es la ilusión un millar de comentarios, seleccionados del diario personal del autor, cuentan lo que nos está pasando y nos proponen echarle una mirada que puede ser humorística o melancólica, pero casi siempre relativizadora: «El humorista es un moralista, y el exilio va por dentro.»
Viaje vital de la mano de uno de los pensamientos más lúcidos y libres de nuestro panorama literario, este dietario (2007-2010) rebosa de hallazgos,confesiones, divertidos exabruptos, brillantes consideraciones acerca del arte, de la literatura y de la condición humana, anécdotas hilarantes, sentencias propias y ajenas. Son páginas que huyen tanto de la tiranía de la frase ingeniosa como dela coquetería del yo y ofrecen un trayecto vertiginosamente acelerado y de una intensidad reflexiva llena de belleza y verdad.
En compañía y en imposible diálogo con el juez Falcone, con Bulgakov, con Ródchenko, con Proust, Valle-Inclán, Leonard Cohen y cien más, y al hilo de los viajes, las lecturas, los espectáculos cotidianos, las noticias del presente político y social y los misterios y paradojas de la creación, este libro que festeja la vida, el amor y la poesía y se ríe de casi todo lo demás es una luminosa extravagancia en el paisaje de las letras españolas.
Una obra vagamente crepuscular, humanista e inteligente, que explora el territorio impreciso de lo humano y donde el apunte belicoso y destemplado comparte página con la observación más delicada y más sutil.
PÁGINAS DEL LIBRO
18.801 – Cuando se habla de El malestar en la cultura me zumban los oídos. «¿Es a mí?»
18.803 – Ayer vino a casa Iñaki. Llevaba un bastón negro. -Es el bastón de Borges -dijo.
(Resulta que su amigo Paavo Heikinnen, periodista finlandés, fue a entrevistar a Borges, al salir vio el bastón en el paragüero y…
Años después, viendo a Iñaki preso en el típico «bloqueo de escritor», se lo regaló.)
Ahora, con cierta solemnidad, insólita en él, Iñaki me entregó el valioso trofeo.
-Chico, a mí me ha salvado. Gracias a él he podido escribir A tu lado en Islandia. Estoy seguro de que a ti también te ayudará.
Cuando se fue, busqué en la biblioteca y comprobé que en efecto es el mismo bastón que lucía Borges en la portada de la Poesía Completa de Alianza.
Al principio no me causaba una impresión especial. De vez en cuando lo observaba e imaginaba al periodista finés llevándoselo furtivamente del piso de Borges. Y a Iñaki en su despacho en Bilbao sobándolo en busca de inspiración. Pero a lo largo del día aquella «idea objetivada» iba convirtiéndose en una presencia turbadora.
Me puse a andar arriba y abajo por el piso, apoyándome a conciencia en el bastón, hasta que la palma de la mano me escoció.