
Ficha técnica
Título: Ligeramente desenfocado | Autor: Robert Capa | Primera edición: Henry Holt and Company, Inc, 1947 | Primera edición en español: La Fábrica Editorial, 2009 | ISBN: 978-84-92498-87-1 | Formato: 14,5 x 22 cm | Precio: 26 €
La fotografía de Robert Capa es de Ruth Orkin
Ligeramente desenfocado
Robert Capa
Ligeramente desenfocado reúne los textos y fotografías de Robert Capa sobre la Segunda Guerra Mundial. En 1942, Capa parte de Nueva York rumbo al Reino Unido para cubrir la guerra como enviado de la revista Collier´s. Su objetivo no es ser un simple testigo de los hechos que relata y fotografía. Él no es un espectador de la guerra, sino que vive la guerra. Es reportero, paracaidista, desembarca con los aliados en las playas normandas y se convierte en uno más de los hombres a los que acompaña.
A través de sus palabras y de sus imágenes, Capa nos sumerge en un periplo trepidante por la Europa en guerra: de Londres al norte de África, de Italia al desembarco de Normandía, del París liberado a Alemania y a los últimos días del conflicto. El resultado es un relato apasionante en el que conviven la violencia y el horror con el humor y la elocuencia de Capa, que retrata la sangre y la destrucción, pero también vive una relación amorosa con la seductora Pinky y una estrecha amistad con Ernest Hemingway.
Ligeramente desenfocado nos revela otra cara de Capa, permitiéndonos adquirir una mirada más amplia sobre su trabajo fotográfico. Sus imágenes y sus palabras muestran que no era un hombre en busca de certezas absolutas, sino de verdades relativas, relacionadas con la realidad de las personas, sus vidas y su sufrimiento.
VERANO DE 1944
Una vez al año, normalmente en abril, todas las familias judías que se precien celebran la Pésaj, o día de la Travesía, el Acción de Gracias judío. La fiesta sigue el guión de Acción de Gracias: la única diferencia entre ambas es que en la Pésaj hay de todo, pavo también, y que los niños de ese viejo mundo se ponen aún más enfermos que los del nuevo.
Cuando la cena toca irrevocablemente a su fin, el padre se afloja el cinturón y enciende un puro de cinco centavos. En ese momento crucial, el más joven de los hijos (yo lo he hecho durante años) se levanta y se dirige a su padre en un hebreo solemne, preguntando: «¿Qué hace este día distinto de todos los demás?». El padre, con gran fruición, cuenta la historia de cómo miles de años atrás en Egipto el ángel de la destrucción pasó sobre los hijos primogénitos del Pueblo Elegido y cómo, después, el general Moisés los condujo a través del mar Rojo sin que se mojaran los pies.
Los gentiles y judíos que cruzaron el canal de la Mancha el seis de junio de 1944 para desembarcar y mojarse mucho los pies en la playa normanda bautizada como Easy Red deberían celebrar, también una vez al año y en esa fecha, su propio día de la Travesía. Sus hijos, tras terminarse un par de latas de conservas, preguntarían a sus padres: «¿Qué hace este día distinto de todos los demás?». La historia que yo contaría se parecería bastante a la siguiente.