Ficha técnica
Título: La canción de la bolsa para el mareo | Autor: Nick Cave | Traducción: Mariano Peyrou | Editorial: Sexto Piso | Colección: Sexto Piso Realidades | Formato: 15× 23 cm. | Páginas: 186 | ISBN: 978-84-15601-97-5 | Precio: 22 euros
La canción de la bolsa para el mareo
Nicholas Edward Cave
La canción de la bolsa para el mareo conduce al lector hasta lo más recóndito de la mente y el alma de uno de los grandes genios musicales contemporáneos: Nick Cave. Tomando como pretexto una gira realizada con su grupo The Bad Seeds por veintidós ciudades de Norteamérica, Nick Cave ha creado un libro de impresiones, recuerdos, poemas, letras de canciones, reflexiones sobre su filosofía de la composición, y también sobre sus temores y miedos más profundos, volcados de manera artística con una sensibilidad y una imaginación desbordadas, no carentes de humor.
A través de una escritura tan lírica como íntima, Nick Cave se desdobla de manera continua entre sus respectivos roles como creador e intérprete, pues, como él mismo dice, es «un sistema nervioso que se alimenta de rimas y fantasmas». Entre aviones, autocares, hoteles y conciertos, La canción de la bolsa para el mareo es el testimonio alucinado de un viaje espiritual y sonoro por las distintas estaciones que componen ese fascinante enigma conocido como Nick Cave, que afirma con precisa lucidez: «La bolsa para el mareo es una canción de amor larga y a cámara lenta».
«Ahí llega el cuervo. Elegante, fibroso, enigmático. Los años han convertido a Nick Cave en un dandi, en músico de prestigio e incluso en alguien con amor por el cine, en el que ya ha realizado sus incursiones como actor, guionista y compositor de bandas sonoras». Gregorio Belinchón, El País
«[Nick Cave es] la mezcla perfecta entre Frank Sinatra y el punk». Rockdelux
«Cave escribe novelas igual que escribe sus letras, con trazos de sangre, azufre y relámpagos. Golpea mente y corazón y es capaz de hacer que sus lectores se arrodillen». Neil LaBute
PÁGINAS DEL LIBRO
Un niño trepa a un montículo a la orilla de un río. Se mete en un puente de ferrocarril. Tiene doce años.
Se arrodilla, bajo un sol abrasador, y pega la oreja a la vía. La vía no vibra. No se acerca ningún tren desde la curva que hay al otro lado del río.
El niño empieza a correr por las vías. Llega hasta el centro del puente. Va hasta el borde y mira hacia abajo, al río cenagoso.
A la izquierda hay un pilote de hormigón que sostiene el puente. A la derecha, un árbol a medio talar se extiende sobre el río; sus ramas se meten en el agua oscura. En medio hay un pequeño espacio de unos ciento veinte centímetros de ancho.