Ficha técnica
Título: La bibliotecaria de Auschwitz | Autor: Antonio G. Iturbe | Editorial: Planeta | Género: Novela | ISBN: 978-84-08-02583-2 | Presentación: Epub | Código: 10010303 | PVP: 19,90 € | Publicación: 18 de Septiembre de 2012
La bibliotecaria de Auschwitz
Antonio G. Iturbe
Sobre el fango negro de Auschwitz que todo lo engulle, Fredy Hirsch ha levantado en secreto una escuela. En un lugar donde los libros están prohibidos, la joven Dita esconde bajo su vestido los frágiles volúmenes de la biblioteca pública más pequeña, recóndita y clandestina que haya existido nunca.
En medio del horror, Dita nos da una maravillosa lección de coraje: no se rinde y nunca pierde las ganas de vivir ni de leer porque, incluso en ese terrible campo de exterminio, «abrir un libro es como subirte a un tren que te lleva de vacaciones».
Una emocionante novela basada en hechos reales que rescata del olvido una de las más conmovedoras historias de heroísmo cultural.
La bibliotecaria de Auschwitz nos cuenta cómo se organizó de manera clandestina, en el barracón 31 del campo BIIb de Auschwitz-Birkenau, una improvisada escuela que disponía de una modesta biblioteca secreta, y la manera en que su joven bibliotecaria de catorce años se las ingeniaba para ir ocultando los libros. Los protagonistas de esta historia arriesgaron su propia vida para que los niños de Auschwitz tuvieran una escuela y un puñado de libros.
En La bibliotecaria de Auschwitz veremos cómo, en un momento en que cunde el desánimo y hasta los chicos y chicas se sienten derrotados por la tristeza, Dita desenfunda un libro. Coge las páginas de Las aventuras del bravo soldado Svejk, y empieza a leer en voz alta y consigue el milagro: las cabezas se alzan, las orejas se aguzan e, incluso, las sonrisas afloran ante el relato de las peripecias del pícaro protagonista de una de las novelas más corrosivas de la literatura checa.
A lo largo de estas páginas, las lecturas de la propia Dita formarán parte de su historia: la juventud y la vida que se le niega encerrada en un campo se la dan los libros. Viaja a Gales con La Ciudadela de Cronin, se tiende en la tumbona de un balneario en los Alpes con La montaña mágica y se asombra de los grandes acontecimientos de la Humanidad con Breve historia del mundo de H. G. Wells. Lo dice uno de los personajes, el profesor Ota: «Los libros le añaden a la vida lo que le falta».
El destino de los personajes y la incógnita de si la enérgica Dita sobrevivirá a esa carrera de obstáculos en que se ha convertido su juventud mantienen en vilo al lector hasta la última página. Una historia emocional y emocionante, con momentos para el horror y para el humor de la vida cotidiana, con situaciones inesperadas y reflexiones trascendentes. La novela es un homenaje a Dita y, en general, a todos los que lograron que en aquella lúgubre oscuridad de barro, ceniza y sinrazón se encendiera la luz de una pequeña escuela y una modesta biblioteca. Un libro que no puede dejar indiferente a nadie.
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Auschwitz-Birkenau, enero de 1944
Esos oficiales, que visten de negro y miran la muerte con la indiferencia de los enterradores, ignoran que, sobre ese fango oscuro en el que se hunde todo, Alfred Hirsch ha levantado una escuela. Ellos no lo saben, y es preciso que no lo sepan. En Auschwitz la vida humana vale menos que nada; tiene tan poco valor que ya ni siquiera se fusila a nadie porque una bala es más valiosa que un hombre. Hay cámaras comunitarias donde se usa gas Zyklon porque abarata costes y con un solo bidón puede matarse a centenares de personas. La muerte se ha convertido en una industria que sólo es rentable si se trabaja al por mayor.
En el cobertizo de madera, las aulas no son más que corrillos apretujados de taburetes. Las paredes no existen, las pizarras también son invisibles, y los maestros trazan en el aire triángulos isósceles, acentos circunflejos y hasta el recorrido de los ríos de Europa con sólo agitar las manos. Hay cerca de una veintena de pequeñas isletas de niños, cada una con su tutor, tan cerca unas de otras que los profesores han de impartir las clases susurrando para que no se mezcle la historia de las diez plagas de Egipto con la música de la tabla de multiplicar.
Algunos no lo creyeron posible, pensaron que Hirsch era un loco o un ingenuo: ¿cómo va a ser posible escolarizar a los niños en un brutal campo de exterminio donde todo está prohibido? Y él sonreía. Hirsch siempre sonreía enigmáticamente, como si supiera algo que los demás desconocían.