Skip to main content

Ficha técnica

Título: Identidades, una bomba de relojería | Autor: Jean-Claude Kaufmann | Traducción: Ana Herrera | Editorial: Ariel | Colección: Actual | Formato: 14,5 x 23 cm. | Presentación: Rústica con solapas | Páginas: 96 | ISBN: 978-84-344-2280-3 | Precio: 13,95 euros| Ebook: 9,99 euros

Identidades, una bomba de relojería

ARIEL

Un grito de alarma contra la proliferación y el uso integrista que se está haciendo de las identidades.

A la crisis económica y financiera le ha acompañado una crisis aún más grave del modelo de sociedad. El proceso de emancipación individual iniciado en los sesenta ha acabado dejando fuera de su seno a una parte importante de la población, que ha depositado su orgullo en el sentimiento de pertenencia a una identidad colectiva, ya sea nacional o religiosa.

Así, vivimos en un momento de transición particularmente delicado entre una vida de comunidad reglada con modelos de conducta heredados y una nueva sociedad sumamente individualista en la que nos reafirmamos en nuestras certitudes.

Kaufmann nos alerta de los peligros que entrañan estos comportamientos, mostrándonos además la volatilidad de ese sentimiento que tiene sus derivados en lugares tan dispares como el campo de fútbol y las redes sociales.

Capítulo 1

¿QUÉ ES ESO DE LA IDENTIDAD?

La identidad es una idea extraña, muy molesta para el científico, ya que mientras parece que atrae y apunta a cuestiones de primera magnitud, su definición resulta difícil. Cuanto más deseamos definirla con precisión, menos lo conseguimos. Usando una fórmula gráfica, el sociólogo americano Erving Goffman (1975) la compara al algodón de azúcar; es esa «sustancia pegajosa» que consigue que todo se le quede adherido y se enrolle a su alrededor. La identidad puede encontrarse en todas partes o casi todas, y al mismo tiempo en ninguna.

Frente a una vaguedad semejante, frente a la polifonía de los usos, frente a diversas tomas de postura ideológicas unilaterales reivindicando la identidad, muchos investigadores se sienten tentados de apartarse de la idea y emplear otros términos que se puedan dominar con mayor seriedad. Estoy convencido de que se trata de un error. Un error científico, ya que la identidad tiene mucho que enseñarnos. Y un error moral, o si lo preferimos, político, ya que la apuesta por la definición de identidad es crucial para el porvenir de nuestras sociedades.

En su magnífico librito Las pasiones y los intereses, el economista americano Albert Hirschman (1980) nos permite comprenderlo a propósito de otra idea vaga y central, el interés en el siglo xvii. Observa que esa idea fue empleada por todos sin estar definida, y explica por qué esa vaguedad representó un papel social fundador: porque permitía colocar la economía de mercado en el centro de la regulación social. Con la idea de identidad pasa un poco lo mismo. Todos la emplean como si remitiera a una evidencia, mientras que su definición incierta oculta apuestas políticas considerables. Sin que el debate se haya instalado con claridad, aquí se hallan en juego implícitamente posiciones contrarias. Estoy convencido de que esta situación es malsana y presagia posibles desviaciones. Y de que, a la inversa, habría que abrir y estructurar el debate de una forma mucho más rigurosa. Y también sería necesario que los científicos consiguieran salir del «algodón de azúcar» falsamente consensuado y se atrevieran a avanzar hacia posturas más contrastadas para que se organizara el debate. Personalmente, es lo que yo me voy a permitir hacer aquí.

Según mi opinión, se cometen tres errores fundamentales en la concepción actualmente dominante de la identidad.*

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

Close Menu