Ficha técnica
Título: Huérfanos de Dios | Autor: Marc Biancarelli | Edición original: Orphelins de Dieu. Editions Actes Sud, Arles, 2014 | Traducción: Antonio Roales Ruiz, 2015 | Editorial: Armaenia | Colección: Narrativa. Libro nº 1 | Tamaño: 14 X 21 | Formato: Rústica | Páginas: 232 | ISBN: 978-84-944909-0-3 | Fecha: febrero -2016 | Precio: 19,95 euros
Huérfanos de Dios
Marc Biancarelli
Decidida a vengar a su hermano, a quien unos sanguinarios bandidos conocidos como los Santa Lucia han arrancado la lengua y desfigurado, Vénérande, una joven campesina de corazón seco, contrata los servicios de l´Infernu, un asesino a sueldo conocido por su salvajismo, y se embarca con él en una sangrienta épica por la montañas de la Córcega del siglo XIX.
Mientras cabalgan hacia la guarida de los Santa Lucia, l´Infernu relata a su «discípula» su antigua vinculación con el ejercito de los insumisos, un grupo de mercenarios que confundían patriotismo con el pillaje indiscriminado, que sembraban el terror y el caos allá donde iban. El abandono con el que L´Infernu se confiesa a Vénérande, después de una vida dedicada a buscar en vano su humanidad entre el caos de las armas, confiere a la sangrienta lucha por el honor de los vencidos de la Historia las virtudes de un último y poderoso legado.
Arcaica pero actual, esta epopeya heroica reinventa de manera extraordinaria la inocencia de las grandes narraciones fundacionales de las naciones; ese primer momento en que nacen los mitos patrióticos sin que su brillo oculte aún su verdadero origen de violencia descarnada.
«Una formidable epopeya, y también una manera de interrogarnos por la realidad actual de Córcega y más aun de nuestras sociedades contemporáneas.» Marie Chaudey, La Vie
«La nueva novela de Marc Biancarelli es una de las más bellas de la rentrée. Tensa y directa, sumerge al lector en un clima de violencia donde se dirime la salvación del alma humana. Impresionante. Huérfanos de Dios, con su belleza sombría, confirma el talento de un escritor al que aguardamos con impaciencia en su próximo libro.» Thierry Guichard, Le Matricule des anges
«(Marc Biancarelli) pulveriza la lengua como un picapedrero, un arqueólogo en busca de sus propios orígenes a la vez que un artista contemporáneo preguntándose por la violencia de su tiempo. Imposible no sentirse atraído por este Tarantino montaraz.» Marine Landrot, Télérama
«La novela (de Marc Biancarelli) (…) recuerda a Cormac McCarthy en su mejor (y lejana) época: el refinamiento y la musicalidad de la frase contrastando con la brutalidad del contenido…» Nicolas Ungemuth, Figaro Magazine
«Formidablemente conseguida, la prosa de Marc Biancarelli confronta la urgencia de la esperanza con la dureza de lo ineluctable» Françoise Malbosc, Egolarevue
«Sobre un fondo de odio y maquis, Marc Biancarelli convoca la violencia más seca y abrupta para tallar a su lado el retrato perturbador de un aventurero perdido. Una novela áspera y abrasadora, enfurecida e inspirada.» Michel Genson, La république Lorrain
1
Una casa de piedras secas situada sobre la plataforma erosionada, en la cumbre de la colina. Ninguna rama alta de los olivos de las laderas llegaba a ocultarla realmente, no tenía edad. La base de las paredes parecía más vieja, de una vejez indeterminada, compuesta aquí y allá por bloques rústicos y casi ciclópeos que se alzaban sobre un trozo de pared, estrechándose y dejando adivinar la existencia primitiva de una atalaya. El resto de la casa, como si hubiera que haber reconstruido sobre las viejas ruinas para exorcizar sus ultrajes, revelaba un extraño mosaico de sillares de granito rojo y proporciones diversas. Los dinteles macizos que antes habían sido ídolos venerados estaban situados sobre los marcos de las aspilleras y las puertas bajas.
La puerta de entrada estaba al otro lado, daba a una placita de tierra arcillosa y, más lejos, a la zona umbría de otra colina desgarrada por rocas monstruosas a las que venían a anidar perdices. Al mirar desde más alto aún, en las crestas, se tenía una impresión muy clara de que la casa se había concebido como un bastión, una fortaleza que surgía de los olivares para desafiar ella sola al mar y a las islas que emergían de un horizonte brumoso.
Para acceder a la plataforma, había que remontar el sendero de baldosas encajonadas entre muretes que el tiempo había destrozado. La cuesta del sendero era bastante empinada
y, a cada lado de los muretes, prados y huertos parecían olvidados por la labor del hombre, y ningún animal pasaba ya por allí desde hacía años.
De vez en cuando, una mujer salía de la casa. Llevaba un cántaro o un fardo de ropa hasta la alberca acondicionada más abajo, justo donde discurría el único manantial permanente de los alrededores. La mujer tomaba un momento el sendero, andando con paso demasiado rápido. A veces tenía que reajustar la carga, con dificultad, nerviosamente incluso, agachándose y blasfemando; luego, retomaba la marcha y parecía un animal acorralado.