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Historia descabellada de la peluca

Luigi Amara

ANAGRAMA

«El pelo, una de esas menudencias en las que nadie piensa, pero que cambian culturas enteras.» La frase proviene de las memorias de Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, pero también pudo haber sido la primera línea de este libro inclasificable que, con una desmesura que acaso participa del fetichismo y que no excluye la provocación, se ha propuesto pensar en la peluca, en lo que tiene de impostura y de protésico, como una vía oblicua para elaborar un retrato de la civilización occidental.

Mamífera y artificial, juguete del yo que ha sido insignia del poder y cómplice de una idea maleable de belleza, atrezo del disfraz y la simulación, la peluca ha estado del lado de la búsqueda de identidad tanto como de la parodia y la irreverencia, y si hasta hace muy poco, pese a su anacronismo y ridiculez manifiesta, cumplía una función ritual en el sistema de justicia británico, en una época contribuyó a que lo aparatoso e inútil se elevara a la categoría de buen gusto. Pero la cabellera postiza no es sólo una empolvada excentricidad de otro tiempo; ya sea como pasadizo sintético hacia una libertad efímera, ya como cuerpo muerto que se lleva a modo de refacción, está presente lo mismo en las fiestas que en las salas de quimioterapia, en las bandas criminales y la música pop, en las fantasías travestis y el arte contemporáneo.

Con una elocuencia humorística que no renuncia a la profundidad, Luigi Amara desgrana uno tras otro los curiosos episodios que la peluca ha protagonizado a lo largo de la historia. Descreer del orden cronológico o, mejor, confiar en la idea del mosaico o del tapiz, en la conformación de una galería tan obsesiva como desconcertante, es uno de los aciertos de esta Historia descabellada de la peluca, cuyo método, un poco a la manera de los libros misceláneos de la antigüedad, consiste en la yuxtaposición de anécdotas que propician y encauzan a la reflexión, todo ello trenzado por una lucidez irónica de quien se revela como un observador sagaz.

PRÓLOGO DESORBITADO

Si tuviera que elegir un objeto para describir el sentido de la vida en la Tierra, una postal para enviar a los marcianos sobre nuestras obsesiones más fieles, me inclinaría en primer lugar por la peluca. Mamífera y artificial, insignia del poder y al mismo tiempo cómplice de una idea maleable de belleza, remota pero siempre persistente, en esa cabellera falaz que parece encaminarse hacia la vida propia se reflejan nuestros excesos y nuestros temores, el despliegue del cuerpo entregado a la seducción, así como los estragos psicológicos de ese sucedáneo del otoño conocido como calvicie.

Por lo que revela de nuestra propensión al doblez y la simulación, por la forma en que cristaliza, en una maraña que se antoja agazapada y cariciosa, el desvío, la exuberancia oncertada, ese mundo dentro del mundo que hemos convenido en llamar «segunda naturaleza» – pero que también podría denominarse «teatro»-, por todo eso escogería la peluca como representante sideral, como carta de presentación cósmica. Me gusta imaginar la cabellera que atraviesa la indiferencia del espacio y llega después de muchos años a otra galaxia, el estupor alienígena de sostener entre sus manos, en sus extremidades quizá lampiñas y horrorizadas, esa pelambre liviana y acaso a punto de saltar que, pese a ser probablemente indescifrable, habla de un mundo hirsuto y estilizado, donde nada es lo que parece y el enrarecimiento, tal vez porque participa de una necesidad vital, de las demandas inacallables del deseo, no deja de ser convincente.

Más que una historia ilustrada y a decir verdad un tanto inconexa sobre el furor de los postizos – suerte de mosaico o tapiz reflexivo en torno a un tema que se diría de otro tiempo-, éste es un libro personal, una galería íntima y tal vez demasiado insistente alrededor de un único objeto. En lugar de un museo horizontal, de una colección variopinta de debilidades y fetiches recurrentes, y sin importar el riesgo de monomanía y anacronismo que quizá comporte, opté por un recorrido al interior de uno solo de ellos, un descenso por la trenza de asociaciones y perplejidades en que me veo reflejado al meditar sobre la peluca, al dejarme enredar en sus incitaciones, en su espesura improbable mientras la convierto en objeto del pensamiento. Al fin y al cabo, si Baudelaire descubrió que hay un mundo en la cabellera, ¿por qué no dar un paso adelante y contar la historia del mundo a partir de la peluca, a partir de la cabellera que se sostiene por sí misma, desprendida del cuero cabelludo y por lo tanto del cuerpo, de la cabellera elevada a talismán, a pequeño pero inabarcable cosmos?

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Luigi Amara

Luigi Amara (Ciudad de México, 1971) es escritor, paseante y editor. Ha escrito los siguientes libros de poemas: El decir y la mancha (1994), El cazador de grietas (Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 1998), Envés (2003), Pasmo (2003) y A pie (2010). Entre sus libros de ensayo destacan: Sombras sueltas (Premio Rousset Banda de Crítica Literaria 2006), La escuela del aburrimiento (Sexto Piso, 2012), Los disidentes del universo (Sexto Piso, 2013) e Historia descabellada de la peluca (finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2014). También ha escrito libros para niños: Las aventuras de Max y su ojo submarino (Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2006 y Premio FILIJ por Mejor Libro Ilustrado en 2008) y Los calcetines solitarios (Sexto Piso, 2011). Vive en la Ciudad de México con su esposa e hijo. Forma parte de la cooperativa Tumbona Ediciones.

Obras asociadas
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