Ficha técnica
Título: Fuera de quicio | Autora: Karen Joy Fowler | Traducción: Santiago del Rey | Editorial: Malpaso | Páginas 318 | Formato: 14 x 21 cm | Encuadernación: Tapa dura | Precio: 19,50 euros | Año de publicación: enero 2015 |
Fuera de quicio
Karen Joy Fowler
Una historia inspiradora que apela a la dignidad de los animales como reflejo de la dignidad de las personas. Una novela maravillosamente entretenida sobre las extrañas formas del amor, la familia y la nostalgia.
¿Qué significa ser o no ser humano? Ésa es la pregunta a la que trata de responder esta novela, en la que se nos cuenta la historia extraordinaria de la familia de un psicólogo norteamericano que, en los años setenta, decidido a profundizar en el conocimiento de las diferentes especies, ideó un experimento audaz de convivencia entre humanos y primates.
Fuera de quicio entra en el desorden de una familia que adopta a una chimpancé, Fern, y que después de algunos años tiene que desprenderse de ella. La integración de Fern en la familia es tan intensa que su marcha provoca toda una serie de cambios traumáticos: la madre enferma de pura melancolía, el padre se aboca al alcoholismo, el hijo mayor -Lowell- abandona el hogar en busca de Fern, y Rosemary -la protagonista indirecta de esta historia- vivirá la mayor parte de su vida obsesionada con ser la culpable de todo.
Esta novela es un cruce improbable entre el thriller psicológico, el ensayo científico, la utopía guerrillera, las novelas de iniciación y la crónica del siempre indigesto tránsito hacia el desencanto de la madurez. Sin embargo, Karen Joy Fowler maneja este híbrido con envidiable naturalidad y trama su obra más oscuramente tragicómica y ambiciosa hasta la fecha.
«Fowler tiene la habilidad de introducirte en esta familia y hacerte sentir que conoces a cada uno de ellos íntimamente desde hace años.» Lesley MacDowell, The Independent
«Una novela tan irresistiblemente jugosa y brillante que merece toda la atención que pueda suscitar.» Barbara Kinsolver, The New York Times
«La voz de Rosemary es vulnerable, iracunda, conmovedoramente honesta… Una novela fantástica con una carga de profundidad emocional irresistible.» Kirkus Review
PRÓLOGO
A quienes me conocen ahora les sorprenderá saber que yo era muy charlatana de niña. En casa hay una película familiar filmada cuando tenía dos años, una de esas antiguallas sin sonido y con los colores ya desvaídos (el cielo blanco, mis zapatillas de un rosa fantasmal), pero aún se puede apreciar cuánto hablaba entonces.
En la filmación estoy haciendo paisajismo creativo: cojo un guijarro de nuestro sendero de grava, me acerco a una gran tina de estaño, lo tiro dentro y vuelvo a por otro. Me esfuerzo lo mío y no lo disimulo. Abro mucho los ojos como una estrella del cine mudo. Sostengo un trozo de cuarzo transparente para que se vea bien, me lo meto en la boca y me lo llevo a una mejilla.
Aparece mi madre y me lo saca de la boca. Enseguida retrocede fuera de campo, pero yo me pongo a hablar con mucho énfasis (se ve claramente por mis gestos) y entonces ella reaparece y arroja la piedra a la tina. La escena dura unos cinco minutos y yo no paro de hablar en todo ese rato.
Unos años más tarde, mamá nos leyó ese viejo cuento de hadas en que una hermana (la mayor) echa sapos y culebras por la boca cuando habla y la otra (la menor), rosas y perlas; ésa fue la imagen que el cuento me evocó: la escena de aquella película familiar donde mi madre me mete la mano en la boca y saca un diamante.
Yo por entonces era rubia, mucho más mona de lo que he resultado ser después, y estaba muy arregladita para salir ante la cámara. Tengo el lacio flequillo repeinado con agua y sujeto en un lado con un pasador curvo que lleva un diamante de imitación. Cada vez que vuelvo la cabeza, el pasador destella a la luz del sol. Paso la manita sobre la tina de los guijarros. Todo esto será tuyo algún día, podría haber dicho.
O algo totalmente distinto. El objetivo de la filmación no son las palabras mismas. Lo que mis padres valoraban era su exagerada abundancia, su flujo inagotable.