Ficha técnica
Título: Escalada | Autor: Ludwig Hohl | Editorial: minúscula | Traducción de: Rosa Pilar Blanco | Colección: Paisajes narrados, 25 | Páginas: 109 | Género: Novela | Precio: 12 € ISBN: 978-84-95587-41-1
Escalada
Ludwig Hohl
Ludwig Hohl comenzó a escribir este relato en 1926, pero no lo dio por concluido hasta 1975, el año de su publicación. Varias décadas para un puñado de páginas cristalinas, donde poesía y filosofía conviven en estrecha intimidad, que cuentan los avatares de dos escaladores dispuestos a llegar a la cima de una montaña que se les resiste. El universo intemporal, diáfano y a la vez sombrío de los Alpes pone de manifiesto la personalidad de ambos: uno, el más resuelto, no desvía la mirada de la cumbre; el otro, el indeciso, renuncia y vuelve atrás. La narración, a la que Hohl infunde una aparente y enigmática simplicidad, semejante a la de ciertas parábolas orientales, acompaña a los jóvenes hasta el cumplimiento de su destino y se asoma al misterioso vínculo que se establece entre la muerte y la manera en que se ha vivido.
I Un barco inmenso
A principios de verano, al clarear el día, en lo más profundo de los Alpes, donde se unen dos valles, sentadas en unas sillas verdes de hierro ante un café todavía dormido hay dos figuras a las que su indumentaria y equipamiento identifican como alpinistas (gruesa ropa de lana y sombreros de fieltro, mochilas, la cuerda enrollada que lleva uno de ellos, largos piolets y pesadas botas claveteadas; la historia transcurre en una de las décadas de principios de siglo). Esperan el autobús que los subirá un trecho hasta el valle vecino. Alto y flaco uno, con expresión de somnolencia en el rostro; de hecho, al cabo de un rato se queda dormido. El otro, para nada tan alto, de aire ensimismado, miraba sin parar hacia arriba, escudriñaba las cumbres de algunas de las montañas que exhibían su presencia resplandeciente, de inusitado poderío.
-¡Con tal de que venga! -murmuró con voz casi inaudible, o acaso solo lo pensaba en referencia a su acompañante dormido.
El plano valle, encajonado en lo hondo de altas montañas, ha alcanzado la apoteosis de la fecundidad: algunos prados segados aquí y allá, mientras los otros aguardan la siega, un mar variado de intenso verdor. ¿Cuántos conocen la magia que es capaz de desplegar al alba un fértil valle de montaña en esta época del año y con buen tiempo, una magia que entraña al mismo tiempo una suerte de poder y de indecible ternura, cargada de presentimientos? El poderío responde a la riqueza del verde, a la grandiosidad de las montañas, a la luz del cielo, demasiado intensa como para permitir que el cielo sea azul; el futuro azul espera detrás de una claridad blanquecina que se mueve despidiendo una luminosidad tenue, del color del estaño (el sol ilumina primero las montañas más altas, aún falta para que llegue aquí). Un vestigio de niebla en las hondonadas, el eco de una guadaña que resuena de vez en cuando en la distancia, la profunda calma del valle revelan, por el contrario, delicadeza, levedad, lo inefable. En el profundo verdor, surge un arroyo que resplandece aquí y allí con fuerza prometedora; para ser exactos, uno de los dos arroyos que se unen cerca de allí en algún lugar oculto entre los matorrales de color verde claro.