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Ficha técnica

Título: Enterrad mi corazón en Wounded Knee | Autor: Dee Brown | Editorial: Turner | Colección: Noema | Encuadernación: Rústica con solapas | Dimensiones: 14 x 22| Páginas: 460 | ISBN: 978-84-7506-667-7 | Traducción: Carlos Sánchez Rodrigo | Idiomas: Español

Enterrad mi corazón en Wounded Knee

Dee Brown

La historia contenida en estas páginas comienza con la Larga Marcha de los navajos en 1860 y se cierra, treinta años más tarde, con la masacre de los sioux en Wounded Knee (Dakota del Sur), periodo en el que los indios americanos perdieron su tierra y sus vidas frente a la expansión del «hombre blanco». Durante estas tres décadas, la población blanca de Norteamérica se duplica por las sucesivas oleadas de inmigrantes. Una y otra vez se hacen promesas a los indios que después son rotas por la codicia que empuja a los conquistadores más y más hacia el oeste.

A partir de relatos autobiográficos, testimonios grabados y documentación de la época, el historiador estadounidense Dee Brown realiza un detallado relato de la destrucción sistemática de los indios americanos durante el siglo XIX dejando hablar, por primera vez, a sus protagonistas: los jefes y guerreros de las tribus aniquiladas. El resultado es una narración que ha cambiado para siempre la visión de la conquista del Oeste americano.

 

I
DE MANERAS DECOROSAS Y ENCOMIABLES
 ¿Dónde están hoy los pequots? ¿Dónde los narragansetts, los mohicanos, los pokanokets, y otras, un día poderosas tribus de nuestro pueblo? ¿Han desaparecido bajo la avaricia y la opresión del hombre blanco, como la nieve bajo el sol estival? ¿Vamos a permitir, a nuestra vez, que se nos destruya sin lucha? ¿Renunciaremos a nuestros hogares, a nuestro país, don del Gran Espíritu, a las tumbas de nuestros muertos y a lo que nos es querido y sagrado? Sé que gritaréis conmigo: «¡Nunca, nunca!».
TECUMSEH de los shonis
Todo empezó con Cristóbal Colón, quien les dio el nombre de indios. Aquellos europeos, los hombres blancos, hablaban dialectos diferentes, y algunos decían indien, como otros indianer o indios. Lo de peaux-rouges o pieles rojas vino más tarde. Como de costumbre, al recibir visitantes, los taínos de la isla de San Salvador ofrecieron regalos a Colón y a sus hombres, y además fueron objeto de toda suerte de honores. «Tan tratables, tan pacíficos son -escribía Colón a los Reyes Católicos-, que juro a VuestrasMajestades que no hay en el mundo mejor nación. Aman a su vecino como a sí mismos, y su habla, iluminada por una permanente sonrisa, es dulce y cariñosa; y si bien es verdad que andan desnudos, sus maneras, no obstante, son decorosas y encomiables.»
Todo esto, naturalmente, fue interpretado como signo de debilidad, cuando no de paganismo; y Colón, con su moral europea, estaba convencido de que aquellas gentes «debían ser puestas a trabajar, a sembrar y, en fin, llevadas a hacer todo lo necesario para que adoptaran nuestras costumbres». Durante los cuatro siglos siguientes (1492-1890), varios millones de europeos y sus descendientes tomaron para sí la empresa de imponer sus maneras a aquellas personas del Nuevo Mundo.

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Dee Brown

Dee Brown, Estados Unidos, 1908-2002. Durante la infancia conoció de cerca a varios nativos americanos, lo que le motivó a desmitificar la imagen que de ellos daba el cine. De los veinticinco libros que ha escrito sobre el tema, Enterrad mi corazón en Wounded Knee es el más famoso, siendo best-seller número uno durante un año entero, además de propiciar un cambio radical en la forma en que Estados Unidos percibía su relación con los nativos de norteamérica.

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