Ficha técnica
Título: El poder y el delirio | Autor: Enrique Krauze | Editorial: Tusquets | Precio: 22 € | Páginas: 376 | Colección: Tiempo de Memoria Nº 72 | Publicación: Noviembre de 2008 | Género: Historia social | ISBN: 978-84-8383-142-7
El poder y el delirio
Enrique Krauze
¿Quién es Hugo Chávez: un combativo y avanzado líder político, artífice del «socialismo del siglo xxi», o un estereotipado aprendiz de dictador, populista y palabrero? ¿Qué es Venezuela: el laboratorio de la primera revolución del nuevo milenio o una nación que marcha, no sin resistencias civiles, hacia un duradero régimen autoritario? Para responder estas preguntas, y desmontar el mito más reciente de la izquierda latinoamericana, Enrique Krauze nos entrega su libro más insólito y rotundo. Insólito porque, además de la veta ensayística ya reconocida en su autor, esta obra contiene varios registros: crónica periodística, entrevista, coloquio, reflexión histórica, retrato biográfico, análisis político. Rotundo porque es doble su naturaleza: brinda una visión amplia de la historia de Venezuela, al tiempo que participa decisivamente en el debate político actual, siempre en contra del despotismo y a favor de las bondades de la democracia. No es exagerado afirmar que la lectura de este libro es una tarea impostergable para cualquier latinoamericano. Ya se sabe: en Venezuela se está jugando, ahora mismo, el destino de todo el subcontinente.
VIII
El eterno retorno de lo mismo: crítica histórica
Miseria de la teología revolucionaria
Los guerrilleros venezolanos que desde fines de los años sesenta fueron los precursores de la crítica de izquierda al «socialismo real» (incluido el «socialismo real» cubano) son los primeros en lamentar que la Venezuela chavista confunda el futuro con el pasado y finja que el fantasioso «socialismo del siglo XXI» pueda construirse sin tomar en cuenta el fracaso del socialismo revolucionario en el siglo XX. Pero Chávez está empeñado en reeditar por su cuenta y riesgo el libreto cubano de los sesenta. Su reciente acuerdo armamentista con Rusia y su peligrosa amistad con Irán son representativos de ese designio: se trata de revivir la crisis de los misiles, provocar al gigante herido y, con suerte, desatar una invasión: la ansiada Playa Girón de Hugo Chávez. Hay algo patético en el empeño chavista de enfilar a su país en una carrera armamentista que sólo responde a sus obsesiones y mitologías personales, o a su pretendida mímesis con Fidel Castro. Ante esta anacrónica resurrección (no por distorsionada menos real) del mito revolucionario del siglo XX en el XXI, me pregunto ¿qué habría pensado Octavio Paz?
Aunque trabajé a su lado por más de veinte años en la revista Vuelta y compartí con él varios momentos cruciales en la historia política de México, de América Latina y de Occidente, nunca me atrevería a afirmar con certeza lo que Paz habría pensado porque, sencillamente, no está aquí. Lo que sí he podido hacer es releer su obra en busca de claves y recordar el momento delicado en que editamos un libro sobre América Latina que circuló razonablemente bien y que, a la distancia, sobre todo en el instante actual, resulta iluminador.
La pequeña aventura editorial ocurrió hace poco más de veinticinco años, a principios de los ochenta. El panorama de América Latina era, si no más preocupante, sí más desolador que el actual. Países tradicionalmente democráticos como Chile, Uruguay y Argentina llevaban años hundidos en brutales dictaduras militares. La lucha entre la guerrilla y los cuerpos paramilitares dejaba decenas de miles de muertos en Guatemala y El Salvador. Nicaragua era el coto privado de nueve comandantes sandinistas. El largo historial democrático de Colombia seguía sufriendo el embate de las guerrillas más antiguas e inescrupulosas del continente, grupo cuya crueldad era apenas comparable con las de Sendero Luminoso, que comenzaba a asolar a la renaciente democracia peruana. Paraguay y Brasil seguían bajo la bota del militarismo puro, lo mismo que Cuba bajo el militarismo ideológico. Panamá había perdido al caudillo Torrijos pero daba la bienvenida al narcomilitar Noriega. Ecuador, Bolivia y la República Dominicana mantenían en un hilo su frágil institucionalidad, y México -el envanecido México- empezaba a percatarse apenas de los enormes inconvenientes de su «dictadura perfecta». En aquel sombrío panorama, sólo dos democracias pacíficas y maduras brillaban como estrellas solitarias: Venezuela y Costa Rica.
Alrededor de esas fechas, la revista Vuelta convocó a dos revistas de ideas de gran prestigio y vocación de izquierda liberal (Dissent, dirigida por Irving Howe, y Esprit, dirigida por Paul Thibaud) para invitar juntas a un grupo de escritores latinoamericanos a reflexionar sobre el estado de la democracia en sus respectivos países. Bajo el título general de «Democracia y la dictadura en América Latina», los ensayos fueron apareciendo en números sucesivos de las revistas y se integraron más tarde en libros editados en francés, inglés y español.