Ficha técnica
Título: Dog Soldiers | Autor: Robert Stone | Traducción: Mariano Antolín Rato e Inga Pellisa | Prólogo: Rodrigo Fresán | Editorial: Libros del silencio | Colección: Miradas | Género: Novela | ISBN: 978-84-937856-5-9 | Páginas: 432 | Formato: 14 x 21 cm. | Encuadernación: Rústica | PVP: 22,00 € | Publicación: Octubre de 2010
Dog Soldiers
Robert Stone
Dog Soldiers es una de las grandes obras de la literatura norteamericana contemporánea. Seleccionada por la revista Time entre las cien mejores obras del siglo xx y por Harold Bloom en su canon, fue la ganadora del National Book Award del año 1975 y convirtió a su autor en un referente indiscutible. Y es que Robert Stone fue uno de los primeros en aventurarse desde la ficción en un terreno -el del abrupto despertar del sueño americano que se produjo en los setenta- que hasta el momento parecía exclusivo de ese Nuevo Periodismo perpetrado por escritores como Michael Herr o Hunter S. Thompson.
Con un estilo que algunos han calificado de «realismo alucinatorio», Dog Soldiers nos lleva a Saigón en los últimos días de la guerra de Vietnam. Allí, Converse, un periodista de tercera en busca de experiencias, se embarca en el tráfico de tres kilos de heroína con ayuda de un ex marine, Hicks, que se encargará de transportarla. Sin embargo, de vuelta en Estados Unidos, descubre que su mujer y Hicks han desaparecido con la droga huyendo de un corrupto policía federal que pretende utilizar a Converse para dar con ellos.
Se inicia entonces una persecución frenética por media California que es uno de los retratos más escalofriantes del inhóspito panorama moral de un país que había dejado ya muy atrás la paz y el amor: gurús venidos a menos, hippies entregados a la violencia, especímenes hollywoodienses, yonquies desahuciados, pseudointelectuales en caída libre, y una clase política y periodística absolutamente corrompidas. Todo ello con un ritmo brutal y una mirada despiadada que sitúan Dog Soldiers en un puesto de honor dentro de esa tradición que va de Conrad a Hemingway, de Peckinpah a Cormac McCarthy. Un imprescindible clásico moderno.
«Robert Stone es un escritor comprometido y un trabajador infatigable de cada frase y cada párrafo. Uno de los autores cuya obra siento más cercana a la mía.» Don DeLillo
«Para llenar el lienzo como él lo hace, tienes que saber mucho de la vida. Adoro la obra de Robert Stone.» Tobias Wolff
«Dog Soldiers es la primera gran novela sobre el mundo de la droga.» James Ellroy
«Dog Soldiers es, sí, una novela muy divertida. De las que no se pueden dejar y de las que no nos dejan una vez superada la última línea.» Rodrigo Fresán
«Un diagnóstico implacable de la vietnamización de la tierra madre. Una obra maestra americana.» Jonathan Lethem
«Una de las personas más inteligentes del planeta. Es como un enorme, andante y parlante barómetro moral.» Michael Herr
«Una versión de El tesoro de Sierra Madre en la que el objeto de codicia humana no es el oro sino tres kilos de pura heroína sin adulterar que se convierten en una resonante metáfora de la corrupción extendiéndose por América. Una obra poderosa e impactante.» New York Times
«Un oscuro sucesor de Conrad y Hemingway. Stone es el primero en establecer inteligentes, creativas y horribles conexiones entre la guerra, la contracultura y la heroína. Es un auténtico novelista americano, como Bellow, no un esteta ni un embaucador ni un simple confesor.» New York Times Book Review
«Ésta es la novela que estábamos esperando y que viene a probar que no todos los escritores se volvieron estúpidos durante la locura americana de los sesenta. Robert Stone debe figurar como uno de los más formidables escritores que hay hoy en América.» Playboy
«Dog Soldiers es una novela tan buena, tan interesante y seria y divertida y terrorífica, tan absorbente, tan impresionante, tan magistral… Es magnífica.» Esquire
«Tan precisa como el punto de mira de un rifle. Con exactitud aterradora, describe una travesía al infierno y pronuncia su epitafio para una época que no ha terminado.» The Time
«Escribe como un ángel: un ángel caído y extremadamente ambicioso.» Al Alvarez
«Robert Stone es un elemento extraño, un novelista que va directo al corazón del infierno moderno.» John Banville
Apuntes para una teoría de Vietnam
como virus y droga
RODRIGO FRESÁN
UNO. «Saigon… Shit, I’m still only in Saigon. Everytime, I think I’m gonna wake up back in the jungle» es lo primero que oímos -luego de un rumor de helicópteros y un estallido de napalm- en una película magistral llamada Apocalypse Now (1979). Nos lo dice una voz en off -seguimos en Saigón, la jungla crece al otro lado de los párpados cerrados- que es la voz de quien escribió esas palabras para el film de Francis Ford Coppola: la del periodista bélico Michael Herr, autor de Despachos (1977), seguramente el mejor libro sobre la guerra de Vietnam e incuestionable obra maestra del Nuevo Periodismo.
Apocalypse Now se sabe es una tan personal como definitiva adaptación de El corazón de las tinieblas, clásico de Joseph Conrad.
Y Joseph Conrad es uno de los autores -los otros dos son Graham Greene y Ernest Hemingway; aunque él diga admirar a Samuel Beckett y a Jorge Luis Borges por encima de todos- con el que más suele compararse a Robert Stone.
Y el epígrafe con el que abre Dog Soldiers está tomado de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad.
Y Robert Stone fue invitado por Michael Herr a escribir el prólogo de Despachos cuando, en 2009, fue incluido en la canonizante Everyman’s Library.
Así, nada se pierde, todo se transforma; por más que en Vietnam todo se pierde y nada se transforma y que, desde Vietnam, toda guerra es y sigue y seguirá siendo Vietnam. Suplantar en las páginas que siguen «Vietnam» por «Afganistán» y se comprenderá que nada -ni siquiera la droga- ha cambiado demasiado. Los nombres incluso riman.
DOS. «Todavía sigo en Saigón», susurra Willard con voz y letra de Michael Herr al principio de Apocalypse Now y, sí, ahí está, otra vez, en un hotel de mala muerte, en Saigón, a punto de recibir las órdenes para la misión más difícil y extrema de su carrera. Pero lo que en realidad nos dice Willard va más allá del tiempo y del espacio. Lo que nos revela Willard es la teoría, y la práctica, de que, una vez que se ha estado en Saigón, uno seguirá en Saigón por siempre y para siempre, hasta que la muerte nos separe. Así, Vietnam como un adictivo virus de alto contagio que -como la malaria- va y vuelve y te acompañará toda la vida.
Allí, en Vietnam, empieza Dog Soldiers. Y Robert Stone llegó a Vietnam como corresponsal para The Atlantic y The Guardian en 1971 -«mi rol allí fue el de algo así como mitad turista y mitad escritor residente… No estuve más que dos meses, pero cada día era por completo diferente al anterior»-, y recuerda brevemente su experiencia en las últimas páginas de Prime Green: Remembering the Sixties (2007): «Es una pena que uno no pueda escoger su propia historia. El modo en que la guerra de Vietnam consumió la energía de una nación, degradó los estándares de su idea del honor contra las odiosas ideologías del siglo xx, y consumió las vidas de su juventud fue trágico […] Yo no quería estar allí, en Vietnam; yo no quería quedarme. Pero tampoco quería irme, porque sería como una traición».
Y exactamente de eso -de ese extraño e inasible sentimiento, de la posibilidad de estar y de no estar y de seguir allí tanto tiempo después, del honor y de la infamia- trata Dog Soldiers.