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Ficha técnica

Título: Derecho natural | Autor: Ignacio Martínez de Pisón | Editorial: Seix Barral | Colección: Biblioteca Breve | Páginas: 448 | Formato: 13,3 x 23 cm. | Presentación: Rústica con solapas | Fecha: mar/2017 | ISBN: 978-84-322-3222-0 | Precio: 21 euros | Ebook: 9,99 euros

Derecho natural

Ignacio Martínez de Pisón

SEIX BARRAL

Al tiempo que pasa de la infancia a la edad adulta en una España en pleno proceso de apertura tras la Transición, en el interior de Ángel, el protagonista de Derecho natural, late la imperiosa necesidad de dotar de sentido a las cosas, de encontrar un orden, dado que su familia ha sido un modelo de inestabilidad y desorden.

El padre, errático actor de películas de serie B e imitador de Demis Roussos, tiene una irrefrenable tendencia a la huida. Sus apariciones y desapariciones estelares dejan huellas invisibles pero indelebles en cada uno de sus cuatro hijos. La madre, por su parte, es una mujer enamorada que, harta de creer en él, tendrá que hacer esfuerzos sobrehumanos para tomar las riendas de su propia vida en una España que aún no ha despertado del todo del franquismo.

A través de la voz conciliadora de Ángel, que estudiará Derecho y buscará una reconciliación con el padre, nos asomamos a la Barcelona de los años setenta y al Madrid de los ochenta.

Derecho natural recoge en su título aquellos años en que se empezó a construir un desarrollo legislativo pleno, en abierta contradicción con el largo tiempo en que no había coincidencia entre derecho y justicia.

«¿Cómo se resume una vida?», se pregunta el narrador en un momento dado. Según dónde se coloque el punto final, ese resumen adoptará la forma de drama o de comedia. En la reconstrucción que él hace, comedia y drama conviven en una intimidad inextricable que una y otra vez nos lleva de la emoción a la risa.

 

1

Entre mis recuerdos más antiguos está el del primer regreso de mi padre, una madrugada del año 67. Vivíamos en Barcelona, en la calle Vilamarí, muy cerca de la plaza de toros de Las Arenas. Hacía dos años que mi padre no daba señales de vida, y mi madre, al oír ruidos en la cerradura, creyó que eran ladrones tratando de entrar. Lo primero que hizo fue correr a mi cuarto y abrazarme con fuerza. Estaba en bata y camisón, llevaba puestas las gafas y temblaba.

Luego fue a la cocina y agarró el cuchillo de cortar el pan.

-¿Quién anda ahí? -dijo, casi sin voz-. ¡Acabo de llamar a la policía!

Me acuerdo muy bien de esta frase porque en ese piso no había teléfono. Al otro lado de la puerta seguían forcejeando con la cerradura.

-¡Acabo de llamar a la policía! -repitió con más aplomo, y añadió-: ¡Váyanse!

Hubo entonces una larga pausa y varios golpes en la puerta. Golpes suaves, dados con la palma de la mano.

Salté de la cama y me asomé al pequeño recibidor. La única luz encendida era la de la cocina. Mi madre, de espaldas a mí, se interponía entre la puerta y yo, pero en el espejo ovalado del perchero veía su expresión de espanto, los labios apretados, los ojos muy abiertos.

-¡Soy yo! -oímos.

Me pareció curiosa la reacción de mi madre, que se quitó las gafas, acercó la cara al espejo y, todavía con el cuchillo en una mano, se frotó los párpados con la otra, para luego arreglarse el peinado con una coquetería precipitada y nerviosa. Como si al otro lado de la puerta hubieran encontrado por casualidad el botón del timbre, sonó

primero un timbrazo breve y después dos o tres prolongados, apremiantes.

-¡Soy yo, soy Ángel! -oímos.

Ahora mi madre no sabía qué hacer con el cuchillo. Fue a esconderlo entre las prendas que colgaban del perchero, pero se lo pensó mejor, metió medio cuerpo en la cocina y lo soltó en cualquier sitio. Volvió a sonar el timbre.

-¡Luisa, Luisita! ¿Estás ahí?

Mi madre aspiró aire por la nariz, se cruzó la bata a la altura del vientre y, levantando la vista hacia el techo, preguntó:

-¿Quién es?

-¿Cómo que quién es? ¡Coño, Luisa! ¡Que soy yo, Ángel!

La cadena de la puerta estaba echada. La imagen más antigua que conservo de mi padre es la de su rostro encajado entre el marco y la puerta cuando mi madre encendió la luz del recibidor. Miraba mi padre para todas partes pero lo hacía con el rabillo del ojo, sin mover la cabeza. El flequillo se le aplastaba sobre la frente.

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Ignacio Martínez de Pisón

Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), se licenció en Filología hispánica en Zaragoza y en Filología italiana en Barcelona, ciudad en la que reside desde 1982. Es autor de numerosos libros, traducidos a varias lenguas. Entre ellos: El día de  mañana (2011; Premio de la Crítica, Premio Ciutat de Barcelona, Premio de las Letras Aragonesas, Premio Hislibris), La buena reputación (2014; Premio Nacional de Narrativa, Premio Cálamo al Libro del Año), Derecho natural (2017) y Fin de temporada (2020).  También ha publicado el ensayo Enterrar a los muertos (2005), el libro de relatos Aeropuerto de Funchal (2009) y la novela de no ficción Filek (2018). © Ivan Giménez-Seix Barral

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