
Ficha técnica
Título: Cartas a Lou |Autor: Guillaume Apollinaire | Editorial: Acantilado | Traducción de: Marta Pino | Colección: El Acantilado, 175 | Páginas: 536 | Género: Epistolar | Precio: 26 € | ISBN: 978-84-96834-63-7
Cartas a Lou
Guillaume Apollinaire
Fascinado por la literatura medieval, Apollinaire quiso actualizar su tradición erótica en la más radical contemporaneidad. Lector de Sade (fue su primer apologeta moderno), conjugó las antiguas convenciones poéticas del amor con la literatura libertina para situar la carnalidad en el centro de una creación sin límite, un lirismo que estalla en pasión posesiva y generosa, despótica y desprendida a la vez, y que, en plena guerra europea y con Apollinaire voluntario en el frente, es juego, mágico universo privado y resumen de la vida toda. Apollinaire conoció a Lou (Geneviève Marguerite Marie-Louise de Pillot de Coligny) en septiembre de 1914, poco antes de incorporarse voluntario al 38.o Regimiento de Artillería de Campaña. De ese encuentro nació una apasionada relación amorosa. Le dedicó poemas prodigiosos y encendidos en los que el ardor del deseo y la alegría por la comunión exultan y se modelan en una poesía sensual, ensoñada y tierna. El presente volumen publica esos poemas y las cartas en que se arroparon, ofreciéndonos probablemente uno de los libros con mayor carga erótica de la poesía europea.
«Apollinaire fue la «cosa alada y sagrada» del diálogo platónico; fue un hombre de sentimientos elementales y, por lo mismo, eternos; fue, cuando vacilaron los fundamentos de la tierra y del cielo, el poeta del antiguo coraje y del antiguo honor». Jorge Luis Borges
1.
Niza, 28 de septiembre de 1914
Después de haberle dicho esta mañana que la amaba, querida compañera de la velada de ayer, me da menos reparo escribírselo ahora.
Ya me lo había parecido desde el almuerzo en la vieja Niza, donde sus grandes y bellos ojos de cierva me turbaron tanto que me fui lo antes posible para evitar el vértigo que me causaban.
Es aquella mirada la que prevalece en mi memoria, más que sus ojos de esta última noche, de los que recuerdo sobre todo la forma, no la mirada.
De esta noche bendita guardo ante todo el recuerdo de la imagen del arco tenso de una boca entreabierta de niña, una boca fresca y risueña que profería las cosas más razonables y espirituales con un timbre de voz tan encantador que, con el miedo y la desazón en que nos sumen los deseos imposibles, pensaba que, al lado de una Louise como usted, habría querido ser el Taciturno.
¡Ojalá pueda volver a oír la voz que inspira con su encanto fantasías tan maravillosas!
Transcurridas apenas veinticuatro horas, ya me abate y me exalta el amor en movimiento pendular, tan hondo y tan alto que me pregunto si habré amado hasta ahora alguna vez.
Y la amo con un estremecimiento tan deliciosamente puro que cada vez que imagino su sonrisa, su voz, su mirada tierna y burlona, creo que me acompañará siempre, aunque nunca vuelva a verla en persona, su grata imagen impregnada en mi cerebro.
Como verá, sin querer he tomado precauciones de desesperado, porque tras un minuto vertiginoso de esperanza sólo anhelo que permita a un poeta que la ama más que a su propia vida elegirla como su dama y proclamarse, querida compañera de anoche cuyas manos adorables beso, su servidor apasionado,
GUILLAUME APOLLINAIRE