Ficha técnica
Título: Blues de invierno | Autor: Gabriel Albiac | Editorial: Confluencias | Colección: Hispaniola | Páginas: 282 | Formato: 13 x 21 | Encuadernación: Rústica | ISBN: 978-84-943830-8-3 978-84-943830-978-84-943830-8-3 | Precio: 19,00 euros
Blues de invierno
Gabriel Albiac
Una novela despiadadamente negra. Blues de Invierno narra la historia de tres personajes que deambulan sobre un Nueva York cubierto por la nieve, en su efímera huida del invierno madrileño. No sospechan que son peones en una matemática jugada de ajedrez entre servicios de inteligencia. Buscan alcohol y noche. Y sexo. Todo lo más convencional para un turista. Buscan, también, olvido: lo único deseable para quien ha vivido demasiado. En el Winter Blues, antro de jazz muy tópico, se cruzan esa noche extraños destinos. Se cruzan Yuki y Yanna, sobre todo: mujeres de ninguna parte, seductores heraldos de un mundo nuevo. Y desalmado. En las vidas de los viajeros acecha un reverso oscuro: el de las viejas infiltraciones policiales, el de los nuevos servicios de inteligencia. Hasta que esa oscuridad estalle en un crimen impensable. Más que una novela negra, es la biografía cruel de su mundo: el nuestro. En negro.
1
Fecha sin precisar.
Meses antes
Pablo Baena
Desalmadas, las luces de la ciudad se fueron oxidando. Se dirían esfinges al acecho. Ahora. Pero son sólo gárgolas: sumidero. Aunque hubieran podido parecer tan cálidas.
El pulgar izquierdo del hombre habrá pulsado en este instante, con pereza, el entrecejo, naturalmente glabro o tal vez artificiosamente depilado, de ella: vado de seda tibia en el anochecer de julio. Apenas. Se diría inmóvil, ese dedo. Sólo ella habrá percibido, matemático, su acolchado latido, como de corazón minúsculo, más en algún perdido recodo dentro de su cráneo que sobre esta piel, que ella sabe tan suave, entre las cejas de dibujo nítido, donde la yema del pulgar del hombre roza apenas.
Y ella estará pensando -aun sin saber, desde luego, que eso piensa, que piensa- en cinco notas repetidas del segundo movimiento de la séptima: Beethoven, cuando Yoel, mucho antes de aquí, de esto, en aquel tiempo tan extraño ahora, en aquel tan, tan lejano, en aquel donde no había aún la que ahora es. Ahora. Tan infantil era, tan arrogante, aquella; siente pena de la que fue, de aquella, y, sin embargo… No, nunca más. No envidiará nunca el pasado: es la deuda inviolable consigo misma… La rosa secreta, pobre Yoel, la remota, intacta, la inviolada rosa... Fue. No retornará. Nunca.
-¿Alisas, tal vez, primera arruga mía?-, dice ella.
Y en el acento de la mujer, que sisea tan desde otro mundo como susurra el viento al atravesar todas aquellas ciudades que en algún momento de nuestras vidas hemos olvidado, y en el acento de vidrios que apenas se rozan entre sí, oirá tintinear la alegre, la mentirosa melancolía de quien se sabe demasiado joven como para ceder al terror de eso que su voz dice; como para siquiera percibir el definitivo abismo que abrirá eso a lo cual ella ha llamado su «primera arruga».