Ficha técnica
Auguste Rodin
Rainer María Rilke
París, Rodin y un encargo se le antojan a Rilke las soluciones en una época llena de dificultades económicas y personales. El estímulo de Rodin -«Hay que trabajar y sólo trabajar»- y un puesto como secretario con alojamiento en su casa de Meudon traducirán el conflicto interior del poeta en una divisa que hará fortuna en su obra: transformar la angustia en «cosas» de arte. Libro-himno, pues, al Viejo soberano. Tributo de admiración hacia la figura y la obra del escultor, pero también oportunidad para incorporar la disciplina, el oficio y el trabajo a su propio quehacer poético. Su poesía de «porcelana» había de transformarse en «mármol», dijo Musil. Y serán la contemplación paciente de las cosas y el rigor de observación del maestro los que propicien con esta obra el inicio de la etapa media del poeta, la del «decir objetivo» y el «poema-cosa» de los Nuevos poemas.
PRIMERA PARTE
1902
Rodin estaba solo antes de su fama. Y la fama que llegó quizás le hizo estar aún más solo. Y es que la fama, al fin y al cabo, no es más que la suma de todos los malentendidos que se dan cita alrededor de un nombre nuevo. De ellos hay demasiados en torno a Rodin, y aclararlos sería una tarea larga y fatigosa. Tampoco es necesario; están alrededor del nombre, no de la obra que creció más allá de la resonancia y de los límites de ese nombre y que se ha vuelto anónima, como anónima es una meseta o un mar que sólo tiene un nombre en el mapa, en los libros y entre las personas, pero que en realidad sólo es amplitud,
movimiento y profundidad.
La obra de la que vamos a hablar aquí lleva años creciendo y continúa creciendo cada día como un bosque, sin perder ni una hora. Paseas entre sus miles de cosas, subyugado por la plenitud de los hallazgos y de las creaciones que abarca, y vuelves involuntariamente la cabeza buscando con la mirada las dos manos de las que ha crecido este mundo. Evocas lo pequeñas que son las manos de los seres humanos, lo pronto que se cansan y el poco tiempo que les está dado para moverse. Y exiges ver esas manos que han vivido como cien manos, como un pueblo de manos levantado antes de la salida del sol con rumbo al amplio camino de esta obra. Te preguntas por la persona que domina esas manos. ¿Quién es este hombre?