Archipiélago. Retrato polifónico de Rafael Argullol

Oriol Alonso Cano

EDICIONES DEL SUBSUELO

Archipiélago: una palabra con la que captar la esencia de la figura de Rafael Argullol.

En este ambicioso proyecto han intervenido más de cuarenta compañeros de travesía personal, profesional e intelectual del pensamiento de Argullol. Con el objetivo de ser lo más fiel posible al carácter elusivo del pensamiento nómada de su inspirador, se les planteó, en primer término, que seleccionasen un fragmento de la obra de Argullol, en el que, para ellos, se trasluciese el sentido de su pensamiento. Posteriormente, se realizó lo mismo pero, en esta ocasión, sirviéndose de las palabras de otro autor y, finalmente, se les pidió que escogieran una imagen que, para ellos, ilustrase la propuesta intelectual de Rafael Argullol.

Un retrato hecho de múltiples manos, una sinfonía compuesta por diversas voces para generar infinitos ecos.

«Rafael Argullol, filósofo y narrador, mantiene, desde que en 1980 publicara Disturbios del conocimiento, una infrecuente fidelidad a una labor poética que, como un Guadiana, asoma a veces entre sus numerosos libros de ensayo y sus novelas.» Manuel Rico, El País

«Argullol ha aquilatado un estilo muy personal, que él mismo define como «escritura transversal», donde los diferentes géneros se despojan de sus contornos más rígidos y se asocian de manera fecunda.» Manuel Barrios Casares, El Mundo

PRESENTACIÓN:
LA COMUNIÓN DE EXPERIENCIA
Y EXPERIMENTACIÓN 

     Una palabra con la que captar la esencia de la figura de Rafael Argullol. La pesquisa se erige en una tentativa quimérica debido al carácter poliédrico y vital del personaje a calificar. Cualquier afán de apresar su fulgor intelectual en las rígidas coordenadas de los conceptos queda invalidada, en su misma raíz, por la ductilidad intelectual de su destinatario. Por ello, lejos de servirnos de las palabras, mejor buscar la complicidad de la imagen para intentar capturar el fuego de su pensamiento y, en el seno del marasmo de potenciales imágenes evocadoras, sería el archipiélago la que mejor se concilia con la empresa a efectuar. Por un lado, la realidad del archipiélago encarna la complejidad y, sobre todo, transversalidad de su propuesta y, por el otro, traza los rasgos que configuran las arterias de la obra que se presenta a continuación.

     Ulteriormente, para nutrir más el escenario en el que se materializará la representación, se incorpora la idea del retrato polifónico. Así reza parte del subtítulo de la obra, completando la anterior imagen del archipiélago, y que ejemplifica diáfanamente el objetivo del proyecto. El fin del mismo, tan sencillo y tan utópico, según el mirador desde el que se contemple, radica en el dibujo, llevado a cabo por compañeros de travesía personal, profesional e intelectual, del pensamiento de Argullol, partiendo del significado que para ellos posee la personalidad del escritor. Un retrato hecho de múltiples manos, una sinfonía compuesta por diversas voces para acechar un grito que genera infinitos ecos.

     No obstante, para acometer el proceso de pintura del retrato, se intentó ser lo más fiel posible al espíritu de su inspirador. El mosaico debía ser realizado desde el carácter elusivo, metafórico y dinámico, alejándose por completo de sesudos panegíricos o extensas loas hacia su figura. La apuesta en la elaboración de la sinfonía estribaba en el carácter atonal de la misma, la esencialidad de capturar, desde la virulencia del aforismo, fragmento o imagen, la fuerza del espíritu de Rafael Argullol. Por ese motivo, se decidió que cada colaboración plantease el sentido de su pensamiento desde las coordenadas, en primer lugar, de un fragmento de la obra del escritor. A continuación, se pidió lo análogo pero, en esta ocasión, sirviéndose de las palabras de otro autor y, finalmente, de una imagen que aludiese al significado del escritor para los colaboradores. El objetivo era trazar una cartografía desde la originalidad, diseñar una topografía elusiva, en la que el vigor del instante y de lo fragmentario gozasen de la absoluta primacía.

     A su vez, desde el instante inicial, esta melodía polifónica fue concebida desde la vertiente de un generoso experimento forjado a través de la experiencia de los diferentes componentes de la misma. Siguiendo el hilo que establece Argullol en su definición de la literatura, entendida esta como la unión de experiencia y experimentación, el hontanar que alimenta la obra debe ser ubicado en esta perspectiva. El proyecto consiste en un experimento, dada la heterogeneidad y originalidad de su composición, que surge de la experiencia de todos aquellos que forman la constelación vital de Rafael Argullol.

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