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Una esclavitud moderna

Por 30 de enero de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Lo que resulta extremadamente cambiante no es la mujer, como pretendía Verdi en Rigoletto, sino la tecnología. ¡No hay forma de seguirle el ritmo! Yo que todavía estoy buscando púa para volver a escuchar mis viejos discos de vinilo, yo que todavía veo algunas de mis películas en sistema laser (por ejemplo Fargo, de la que hablé recientemente), nunca dejo de temer el surgimiento de los nuevos sistemas que tornan obsoleto todo lo que hasta hoy tenía por corriente. ¿Cuánto falta para que den de baja definitivamente el formato del CD y el del DVD? Mis hijas, que todavía no han pasado del MP3 y me hostigan en nombre del iPod, empezarán a reclamar dentro de poco un MP5 -las cosas van tan rápido que terminarán salteándose el actual MP4.

La satisfacción de haberse comprado la última tecnología dura menos que un suspiro. Teléfonos, pantallas de TV, autos, todo es viejo al instante de haber pasado a ser nuestro, y a veces mucho antes de que hayamos terminado de pagar las cuotas. Cada vez que enciendo mi iMac -que ya es obsoleta, puesto que existen modelos más nuevos- la pantalla me tortura con la publicidad de la notebook Air, que no tiene más de 4 mm de grosor. ¡Así no se puede vivir!

Más allá de la broma, la cuestión de la tecnología entraña un peligro. Nadie cuestiona el avance ni el progreso, pero sí la compulsión por lo nuevo. Se nos bombardea a diario con la idea de que lo que tenemos nada vale, que lo verdaderamente bueno -lo cool, lo práctico, lo útil, lo glamoroso- es en todo caso lo que acaba de salir a la venta.

La tecnología consumible -esto es, la aplicación tecnológica que podemos llegar a adquirir, sumándola a nuestros objetos suntuarios- puede convertirse en una esclavitud como cualquier otra. 

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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