Marcelo Figueras
El lunes concluyó El Gen Argentino, el programa de Telefé conducido por Mario Pergolini que buscaba al más grande entre los grandes de este país. Más de dos millones de personas enviaron sus votos, consagrando por escaso margen -cincuenta y pico por ciento contra cuarenta y pico- a José de San Martín por sobre el neurocirujano René Favaloro. El resultado me alivió, aunque la módica diferencia entre uno y otro dejó un regusto amargo en mi boca.
Es verdad que soy fanático de San Martín, a quien aquí se suele llamar El Libertador, desde que era muy pequeño. Era lo más parecido a un héroe que pude encontrar en aquella etapa de la vida tan ávida de ejemplos. Si bien la vida me enseñaría pronto a desconfiar de los militares, San Martín era un paradigma de forma inequívoca: austero, ético, consagrado a la causa latinoamericana -aunque eclipsado, en el panorama general, por Simón Bolívar-, rechazó honores, prebendas y la tentación del poder supremo. Se negó sistemáticamente a intervenir en las luchas intestinas de este país, y aunque criticaba la política interna de Juan Manuel de Rosas, le obsequió su sable en reconocimiento a la defensa que el Restaurador hizo de la Argentina contra el invasor europeo.
La defensa que Rodolfo Terragno hizo de su figura en el transcurso del programa fue tan apasionada como elocuente. Por eso me sorprendió que San Martín se impusiese por tan poco. Sin duda alguna es el hombre que más y mejor influyó en la historia de este país, y también de algunos países vecinos. Vaya a saber qué seríamos hoy -qué serían Chile y Perú, también- si San Martín no hubiese existido. Y quién sabe qué será de nosotros de aquí en adelante si su visión y su ejemplo no se vuelven más presentes, más actuantes en este país. Claro, ninguno de nosotros puede decir que lo conoció, como sí ocurre con Favaloro. A diferencia del neurocirujano, no estamos acostumbrados a ver a San Martín por la televisión, haciendo declaraciones a los periodistas o almorzando con Mirtha Legrand. ¿Me equivoco al pensar que mucha gente valora más la proximidad y la telegenia que la sensatez?
Puede que Favaloro sea en efecto un ejemplo como médico y como filántropo, no estoy en condiciones de discutirlo. Lo que sí es inquietante es que tanta gente haya elegido como el argentino más grande a un hombre que se mató de un tiro.