Marcelo Figueras
Pocas cosas más creativas que el habla coloquial. El domingo, un artículo de Marina Aizen en la revista del diario Clarín informaba sobre la existencia de un libro colorido ya desde el título: Che, boludo. Se trata de una compilación que James Bracken, oriundo de Colorado y actual morador de la sureña ciudad de Bariloche, hizo de los modismos con que los argentinos en general y los porteños en particular solemos expresarnos. Subtitulado A Gringo´s Guide to Understanding the Argentines, el libro traduce expresiones muy imaginativas, como "loma del orto" (es decir, un sitio muy lejano) o "pegar un tubazo" (llamar por teléfono), tanto literalmente -"the hill of the ass" queda muy gracioso- como informando sobre la mejor forma de usarlas. Esto se torna dificultoso con palabras como el "boludo" del título, que según el contexto puede ser un insulto, una descalificación o un término afectuoso.
A pesar de lo alambicadas que pueden resultar expresiones como "sacar el cuero" (esto es, hablar mal de alguien a sus espaldas), a Bracken le sorprendió descubrir cuán frontales podíamos ser los argentinos. Viniendo de un país que es hoy el reino del eufemismo (donde a un petiso, recuerda Marina Aizen, se le dice "persona con limitaciones de altura"), a Bracken la franqueza argentina le resultó divertida… y hasta rendidora, ahora que su librito vendió miles de ejemplares -su madre lo vende por Amazon a 12,50 dólares- y que también prepara un segundo volumen.
Me trajo a la memoria una vieja sección del diario Buenos Aires Herald, de la que solía hablarme durante el secundario mi amigo Alejandro Figueroa. La sección se llamaba, si no recuerdo mal, Ramón Writes. Y allí el Ramón del título trataba de traducir al inglés nuestras más intraducibles expresiones. Así, "se armó la gorda", que significa que estalló un problema serio, se convertía en "the fat one armed herself".
Ojalá algún día, como ya dije hace tiempo, se compilen todas las expresiones de este tipo que abundan en nuestro continente idiomático, de México a España, de Colombia a Chile. Me parece uno de los sitios más claros en los que volcamos nuestra natural creatividad. Y ojalá sea rápido, antes de que aparezca otro norteamericano como Bracken y vea el filón primero y entoncemos caguemos la fruta. (O para usar la traducción del librito: "to shit the fruit".)