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Mujeres al borde de un ataque de genio

Por 14 de septiembre de 2006 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Siempre he creido que las mujeres son nuestra última esperanza en este mundo. Es verdad que mi juicio dista de ser objetivo, porque adoro a las mujeres en general y además tengo tres hijas, lo cual no me deja mucho margen de elección. Pero creo que la Historia me va dando la razón. Con escasas excepciones, como las de Margaret Thatcher y Comepizza Rice (que no sólo es una vergüenza para las mujeres en general, sino también para los negros de los Estados Unidos, cuyo dolor, ay, nunca termina), han sido las mujeres las que echaron luz sobre los rincones más oscuros de la realidad.

En nuestro país las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo señalaron el único camino digno y efectivo para reclamar justicia: rechazando la tentación de la violencia e insistiendo sin bajar los brazos, aun cuando todo parecía jugarles en contra. Cuando los hombres se mezclaron en reclamos similares, la cosa siempre se enturbió. Miren lo que ocurre con el caso de Cromagnon, por ejemplo. Cromagnon es el local de conciertos de Buenos Aires que se incendió hace un tiempo, acabando con la vida de casi un centenar de jóvenes. Los que reclaman justicia son aquí madres y padres (o sea: mujeres y hombres). ¿Será casualidad que estos padres hayan enturbiado su reclamo recurriendo a amenazas telefónicas, actitudes patoteriles y hasta agresiones físicas –nada menos que a Estela Carlotto, una de las Abuelas de Plaza de Mayo?

Les doy otro ejemplo, el del caso Blumberg. Axel Blumberg era un joven que resultó víctima de un secuestro extorsivo y terminó asesinado, en buena medida a causa del deficiente –por corrupto, en especial- accionar de la policía. Axel tiene una madre, pero quien se puso al frente del reclamo fue su padre, Juan Carlos Blumberg. Lo que hizo este hombre fue capitalizar la ola de simpatía popular que despertó su dolor, aprovechando su cuarto de hora mediático para pedir más policía, penas más duras y la criminalización de los adolescentes. Estoy seguro de que si hubiese sido la señora Blumberg la que tomaba la iniciativa, su reclamo de justicia hubiese sido distinto; menos enamorado del poder de la violencia (ah, los hombres y nuestra debilidad por la dialéctica del garrote…), lo cual equivale a decir más humano.

Pensaba en todo esto cuando leí una noticia que ocurrió en Colombia, y de la que dio cuenta el diario español El País. Las esposas, novias y compañeras de más de cien pandilleros de la localidad de Pereira, a 350 kilómetros de Bogotá, decidieron tomar la iniciativa para poner fin a la violencia y sometieron a sus amados a una huelga de piernas cruzadas: nada de sexo hasta que abandonen la senda del delito. Esta decisión fue tomada el fin de semana pasada, durante una asamblea, y de inmediato obtuvo el apoyo de la alcaldía y del asesor de seguridad de la ciudad, Julio César Gómez, que lidera una campaña llamada Pereira con vida, cuyo objetivo es el desarme de las pandillas. Con 450.000 habitantes, Pereira es víctima de su proximidad al mayor cartel de droga del momento, el del norte del Valle: su tasa de homicidios es la más alta del país, noventa por cada cien mil habitantes.

Ignoro si la medida tendrá el efecto que buscan (me consta que, privados de sexo, los hombres solemos alterarnos más que de costumbre), pero no puedo dejar de saludar la imaginación de estas mujeres, su paso al frente y la intuición que es el espíritu mismo de la “huelga”: revelarles a esas bestias irracionales y autodestructivas (o sea nosotros), mediante el uso del rigor que es lo único que parecemos comprender, que sin las mieles del amor todo – y cuando digo todo, quiero decir todo- pierde su sentido.

Ojalá resulte. Si los hombres capitulan como deben, imagino que esa misma noche Pereira dejará de ser la capital del crimen para convertirse en la capital del amor.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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