Marcelo Figueras
¡Navidades por adelantado! Recibí mi ejemplar de The League of Extraordinary Gentlemen: Black Dossier, una historieta escrita por el genial Alan Moore y dibujada por Kevin O’Neill. Para aquellos que no están avisados: The League es una saga en la que Moore reúne a ciertos personajes clásicos de la novelística de aventuras y los pone a salvar el mundo. En los primeros libros se trata de Allan Quatermain (aquel de Las minas del rey Salomón, claro antecesor de Indiana Jones), Mina Murray (la ex mujer del desdichado Jonathan Harker de Drácula), el Capitán Nemo y su Nautilus (aparecido por primera vez en Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne), el Hombre Invisible de H.G. Wells y el doctor Jekyll de Robert Louis Stevenson -por supuesto con su contraparte, el nunca más monstruoso Mr. Hyde. En los primeros tramos se enfrentaban a Moriarty, la némesis de Sherlock Holmes, un verdadero genio criminal. Como es costumbre en Moore, la narración estaba plagada de guiños destinados a expertos en la época y su literatura popular: desde una versión adulta del Artful Dodger dickensiano hasta las aventuras marcianas de Edgar Rice Burroughs.
Este Black Dossier salta varias décadas hacia el futuro, ubicándose en la Inglaterra de los años 50. Los únicos que siguen formando parte del team original son un Quatermain rejuvenecido y la eterna Mina Murray. Y el villano al que se enfrentan es un agente secreto psicopático y violador, de nombre James y número de serio 007… A esta altura, Moore utiliza la serie del mismo modo en que Dante utilizó su Infierno en la Divina Comedia: para saldar cuentas con personajes de ficción que le parecen nefastos -como Bond- y rescatar a otros, como Quatermain, que cuelgan hoy del abismo que se abre sobre el olvido.
Para ser honesto (me cuesta mucho, como fanático de Moore), Black Dossier no es lo mejor de la serie, y por supuesto es un pésimo lugar para empezar a leerla. Lo que resulta indudable es que el muy endemoniado ha llevado adelante un verdadero tour de force. Para narrar lo que ha sido de la Liga en las décadas transcurridas entre la época original y los años 50, Moore recurre a una enorme variedad de registros: desde la picaresca -la ligera Fanny Hill se sumó al grupo en su momento-, pasando por el humor costumbrista de Wooster & Jeeves, la novela negra… y hasta el teatro shakespiriano. ¡El muy salvaje se da el lujo de imaginar el Primer Acto de una obra perdida de Shakespeare, Faerie’s Fortunes Founded! Y para rematarla, el final del capítulo está reproducido en 3-D. El libro viene con un pintoresco par de anteojitos… (Entre Beowulf, este Dossier y el proyecto de rodar The Hobbit de esta manera, resulta indudable que el futuro viene en tres dimensiones.)
Lo que sigue siendo impagable es el recurso. Todos los que amamos la ficción y los géneros asumimos que los universos en los que transcurren las aventuras de nuestros personajes favoritos son paralelos y, por ende, nunca se tocan. Moore ha quitado las absurdas mamparas que los separaban y los ha puesto a jugar de manera magistral, que es lo que deberían haber hecho desde hace mucho tiempo. ¿O acaso no conviven todos juntos, en el planeta de nuestra mente?