Marcelo Figueras
Una de las consecuencias de la huelga de guionistas en los Estados Unidos fue el acortamiento de la primera temporada de Pushing Daisies. Lo que debió haber sido una sucesión de 22 capítulos quedó en apenas nueve, el último de los cuales se vio en América Latina la semana pasada. Es decir que la temporada inicial no fue tan suculenta como las pasteles que hornea Ned (Lee Pace), el protagonista, pero de todos modos constituyó una tarteleta deliciosa -que por cierto, nos dejó pidiendo más al mejor estilo Oliver Twist.
La serie Pushing Daisies es una creación del guionista y ahora también productor Bryan Fuller. En los Estados Unidos, los guionistas de TV que trabajan con cierta regularidad pueden presentar sus propias ideas a las cadenas, y si además de talento tienen suerte es posible que obtengan la aprobación y el presupuesto para producir sus propias series. Fuller ya había tenido reconocimiento crítico, aunque no popular, con Wonderfalls. Ahora, con Pushing Daisies, está probando lo mejor de ambos mundos.
Imagínense a un guionista de la TV hispanoamericana -gente sufrida, si la hay-, proponiendo a un ejecutivo local la historia de Pushing Daisies: ‘Es la historia de este muchacho, Ned, que siendo niño descubre que tiene el poder de devolver la vida a los muertos con sólo tocarlos. Ahora bien, con el poder vienen dos complicaciones. La primera es la siguiente: si Ned vuelve a tocar a alguna de las personas que acaba de revivir, la mata para siempre -ya no puede resucitarla. Y segunda: si no vuelve a tocar, esto es a matar, a quien acaba de resucitar antes de que transcurra un minuto de su ‘nueva’ vida, alguien -una tercera persona, esto es un inocente- morirá como fulminado por un rayo. Esta situación pone en marcha la historia, dado que Ned mata de este modo involuntario al padre de su mejor amiga, ‘Chuck’ Charles (Anna Friel), cosa que por supuesto no le confiesa. Años más tarde, siendo Chuck víctima de un crimen, Ned decide resucitarla y afrontar los costos. El problema que deriva de esta decisión es el siguiente: Ned no puede volver a tocar a Chuck, porque si lo hiciese volvería a matarla. Y para dos enamorados, no tocarse jamás se parece mucho a una complicación’.
Lo dicho: no me imagino a Canal 13 produciendo semejante serie. Lo más complicado que se les ocurre aquí es la historia del romance entre el portero de un edificio y la encargada de otro…
Pushing Daisies es una maravilla. Ubicada en un mundo fantástico a mitad de camino entre Amelie y Tim Burton, con un humor negro inevitable (Ned ayuda a su socio Emerson Cod a resolver crímenes, mediante el simple expediente de resucitar víctimas durante menos de un minuto y preguntarles quién las mató) y unos diálogos a ritmo de ametralladora que hacen que uno extrañe menos a Gilmore Girls, la serie de Fuller es en esencia una historia de amor, la más imposible de todas (¡ah, lo que daría uno para que Ned y Chuck pudiesen besarse!) y quizás por eso la más tierna. A fin de cuentas, ningún amor es más entrañable y más cierto que aquel que persevera aun cuando no pueda disfrutar nunca de sus mieles más elementales.