Marcelo Figueras
Hasta ahora vi tan sólo los tres primeros episodios de la temporada inicial de The Riches, pero ya me quedé enganchado. The Riches es una serie concebida por Dmitry Lipkin para FX Networks, que comenzó a exhibirse en América Latina hace un mes. La historia es simple: una familia de ‘travellers’ de origen irlandés -lo que aquí llamaríamos gitanos- rompe lazos con su clan original (de una forma expeditiva: robando todos sus fondos) y se entrega a la fuga. En plena ruta es testigo de un accidente automovilístico, que resulta en la muerte de un matrimonio apellidado Rich. Al hurgar entre sus pertenencias, descubre la llave de una casa nueva y los datos de su ubicación. Se trata de una vivienda lujosa en un barrio privado de Baton Rouge, Louisiana. Después de esconderse allí durante la noche, el jefe de la familia Malloy, Wayne (Eddie Izzard), decide que es posible que se hagan pasar por los Rich de manera estable, gozando de su casa y de su fortuna.
Los Malloy están lejos de ser una familia convencional. Wayne es un estafador. Su esposa Dahlia (Minnie Driver), que acaba de salir en libertad condicional después de dos años convicta, lidia con una adicción a las drogas que adquirió en prisión. Los dos hijos mayores, Cael y Di Di, son cómplices habituales en los engaños de su padre. Y el pequeño Sam, que también trabaja en cada una de las estafas, ama vestirse de mujer.
El canal de TV que la estrenó en la Argentina la emite después de Weeds, la saga de otra familia anticonvencional, liderada por una madre viuda que trafica marihuana. Y eso que después de Six Feet Under y The Sopranos uno creía que ya lo había visto todo en materia de familias disfuncionales.
El aspecto más prometedor de The Riches pasa no tanto por su dinámica familiar, sino por la comedia infinita que promete una simple comprobación: a pesar de ser un grupo de delincuentes inveterados, los Malloy empiezan a sospechar que los Rich -y con ellos toda la comunidad de ricachones que los rodea- son los delincuentes más grandes y más peligrosos que han conocido nunca.
Delicias de la clase acomodada, aquí, allá y en todas partes.