
Eder. Óleo de Irene Gracia
Jorge Eduardo Benavides
Bueno, ante todo, bienvenidos a esta nueva etapa del curso, donde lo imprescindible es la participación, más que nunca, pues como pueden ver, a partir de ahora los cuentos ya no se corregirán, simplemente se colgarán en un archivo conjunto al alcance de todos. Si quieren comentar cualquier cuento de los que allí aparezcan, bienvenidos sean los comentarios. Eso sí: sólo se colgarán los que cumplan las consignas, no solo en cuanto a tema sino en cuanto a fondo: el formato, el plazo y la extensión. Y MUY IMPORTANTE: No colgaremos aquellos cuentos que no traigan el nombre y la indicación de la clase tal como lo hemos pedido reiteradamente, pues nos es muy engorroso tener que recordarlo una y otra vez, ya que hay unas pautas de participación. Creemos que es lo mínimo.
Hemos visto que a algunos les ha parecido «forzada» la propuesta debido a la arbitrariedad de los elementos. Debemos coincidir en un aspecto: la propuesta, por su propia naturaleza, siempre parecerá forzada. Es un punto de partida. A alguien le parecerá extravagante hablar, por ejemplo, de un viaje en globo (un suponer), a otro lejanísima y ajena a su cultura una ciudad como Alejandría (ciudad universal donde las haya) a otro más las matemáticas y a un cuarto le parecerá estrambótica la aparición de un profesor jubilado… pero un escritor no escribe «lo que le sale o le fluye» (¡menos aún si es un escritor en ciernes!) sino lo que se impone o, en este caso, lo que le proponen. Para la imaginación del escritor ningún elemento es extraño, nada le es ajeno, todo es estímulo para su labor creativa. En su etapa de profesor, Kurt Vonnegut se «imponía» escribir todas las mañanas, apenas llegaba a su despacho, una descripción de su oficina. Y cada día tenía que ser distinta. Lo hacía para calentar motores, para no ser ganado por la inactividad. Julio Ramón Ribeyro -Si Vonnegut queda muy lejos de nuestras coordenadas- describía en sus burocráticas horas de funcionario internacional, infinidad de «animales sinuosos». No me pregunten qué cosas son esos animales pero lo hacía. E infinidad de escritores practican, buscan estímulos, se retan escribiendo sobre lo que sea, cercano o no, apreciado o no. Finos, inteligentes, brillantes escritores que para ponerse a escribir nunca esperaban a que llegara la inspiración, pues esta siempre les encontraba trabajando.
Hemos recibido cuentos estupendos y hemos elegido apenas cuatro, de manera que no se pierdan la lectura del resto, muchos de los cuales son, ya decimos, estupendos. Y finalmente: Después de pensarlo mucho (pero mucho, mucho, eh?…) hemos decidido hacer el próximo sábado 28 de febrero un pequeño taller presencial para los amigos de este curso que han participado a lo largo del año. Será en Madrid y, debido a estos tiempos de crisis que corren, no tendrá ningún costo. Quienes quieran participar deben avisar con tiempo a nuestro correo porque el sitio es limitado…