Skip to main content
Blogs de autor

Pozos negros

Por 18 de mayo de 2016 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

No puedo pasar por alto el caso Van der Dussen, ese holandés que habla el castellano deslizando las vocales como mantequilla sobre pan y cortando las consonantes en una roca. Vi la entrevista que le hizo Jordi Évole en Salvados recién salido de la cárcel, exculpado después de doce años entre rejas, condenado por tres agresiones sexuales en una misma noche, que él siempre negó. En su juicio nunca se comprobó su coartada. Llevaba tres años en prisión cuando una prueba de ADN inculpó, en al menos uno de los casos, a Mark Philip Dixie, un ciudadano británico, asesino y violador. Su historia contiene carga literaria: clase media-baja holandesa, un chaval problemático y bronco que anda entre bajos fondos y reformatorios, una hermana y una novia que se prostituían… Lo detuvieron paseando por Fuengirola. El suyo era el retrato robot del violador; se merecía ser el autor de aquellas animaladas, debieron de pensar los agentes: turistas y mujeres respirarían tranquilos. Que se pusiera chulo le arrebató el minuto de duda. Según leo en varios reportajes, su juicio no cumplió con las garantías mínimas, y una maraña burocrática apretó aún más el nudo. Tuvo ocasiones de aligerar su pena si confesaba, incluso de obtener permisos y poder acompañar a su madre en la agonía de un cáncer terminal. No le permitieron ni una videoconferencia. Su determinación, su inflexibilidad en defender su inocencia, eriza los principios: encerrado a la sombra 23 horas al día, una sola en el patio, bajo la lluvia o el sol.
Van der Dussen pagó caro su desarraigo, sus tumbos de chico malo. Su padres eran pensionistas y su entorno no garantizaba ejemplaridad. No tenía red: ni un primo abogado, ni una novia tenaz que persiguiera al picapleitos de oficio que sólo lo visitó una vez en la cárcel. Hay presos –y muertos– de primera, y los hay de segunda: no sólo golpea el hambre, también la intemperie, física y moral, que padecen los descastados, los últimos parias: el aliento del miedo pegado a la nuca, la impotencia al ser señalado. Una sociedad civil tan crítica como empática y vigilante es la única mota de esperanza que puede incidir a fin de paliar los efectos de la (in)justicia, un artefacto que no es perfecto, y menos cuando corrientes populistas se cruzan en su norte: culpables a precio de ganga y carpetazo a casos delicados. Joseph Brodsky fue deportado a una granja colectiva del norte de Rusia para remover estiércol a causa de su actitud “asoviética”. En el juicio, la juez le preguntó quién le había concedido el nombre de poeta. El joven contestó: “No lo sé, Dios tal vez”. Dios como provocación, cuando todo parece perdido y nadie contesta de nuestro lado.
profile avatar

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

Obras asociadas
Close Menu