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Mujeres sin canon

Por 13 de junio de 2018 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

Que una mujer integre el canon cultural gozando de una influencia y reconocimiento incuestionables es una excepción, o mejor dicho una rareza. Suele haber un pero que les impide obtener un quórum cerrado, hasta que fallecen y alguna editorial inspirada las redescubre, o una serie de televisión las pone de moda. Si algunas de ellas aún viven –pienso en Joy Williams o en Vivian Gornick–, no entienden a qué se debe ese interés repentino. No hay duda de que nombres como los de Javier Marías, Mario Vargas Llosa, Félix de Azúa o Arturo Pérez-Reverte, por no alargarme, forman parte del establishment intelectual español, pero, si pensamos en femenino, ¿quiénes serían ellas? ¿Por qué parece más difícil decidirlo? Incluso las que forman parte del canon apenas han encontrado una rendija, y aun así muchas son consideradas de segunda clase; algo parecido a lo que ocurre con el deporte masculino y femenino.
Bien sabido es que uno de los popes de la literatura, Harold Bloom, ya se anticipó a las críticas que recibiría su almanaque de altura: El canon occidental, introduciendo tres mujeres entre 26 escritores. Lo atribuyó a una reacción propia de “la escuela del resentimiento”: una “mezcla extraordinaria de feministas de la ola más reciente, lacanianos, todo ese cacareo semiótico. Personas que no tienen ninguna relación con los valores literarios”. Unos años más tarde, en el 2002 el maestro publicó Genios –subtitulado Un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares–, donde amplió su lista a Austen, Woolf, Dickinson, Brontë, Edith Wharton, Iris Murdoch y Flannery O’Connor. Y para de contar. Ningún otro nombre femenino entró en el santoral del dios de los estudios literarios.
Cuando el PSOE ni sospechaba que llegaría al Gobierno, la entonces secretaria de Igualdad del partido, Carmen Calvo, convocó una jornada en el Se­nado sobre la mujer en la cultura, “De musas y modelos a autoras y gestoras”. Anna Caballé intervino como presidenta de la asociación Clásicas y Modernas, y aseguró que el reconocimiento intelectual sigue siendo un asunto pendiente que pasa por la triple fórmula de “educación, integración y transversalidad”. Celebremos que la ministra de Educación y portavoz, Isabel Celaá, compartiera muchas de sus palabras en su primera rueda de prensa: si el empeño es serio necesitará abono. “La igualdad de género no avanzará sin una política educativa que incida sustancialmente en un cambio de perspectiva y no en la mera incorporación de algunos nombres”, reivindicó Caballé. No sólo son nombres, no sólo es reconocimiento, no sólo son porcentajes, sino algo mucho más abstracto y decisivo: autoridad ­intelectual.
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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

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