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Encajar, dicen

Por 2 de noviembre de 2015 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

Lo ilustra sonoramente la pronunciación de la propia palabra: dices encajar, y al soltar la erre te embarga un sentimiento de plácida eficacia parecido al que experimentas cuando la última bolsa entra en el maletero. ?Ni hecho a medida?, exclamamos. O, ?como anillo al dedo?; y es que en verdad no hay nada más aciago en una boda que que a la novia no le entre la alianza. Porque la glorificación de las hechuras cortadas al milímetro aspira a sublimar la experiencia cotidiana, de ahí a que una élite actúe igual que nuestros antepasados al esculpirse un traje sobre las proporciones de su cuerpo.
En la vida siempre precisamos de un clic o un clac para resolver nuestros actos. El sonido tranquilizador que informa del final de la misión: al cerrar un aparato, apagar un interruptor, sellar la cartera? A los niños les gusta tanto encender y apagar botones como jugar con sus piezas de madera, que van encajando de menor a mayor. Es su manera de sentir que controlan su pequeño mundo y autoafirmarse. De mayores, esa sensación a menudo se convierte en un pilar de nuestra autoestima, mientras que su pérdida, el caos, produce una amargura propia de quienes se resisten a aceptar que vivimos a merced de fuerzas incontrolables.
?Cosas que encajan perfectamente en otras?, se titula un Tumblr que exalta la improbable fusión de objetos comunes: ahí están el iPhone que cabe en un hueco al lado de la palanca de cambio del coche o el colador que entra en un bol mezclador como si se encontraran por fin dos objetos hechos el uno para el otro. También el sofá que encaja milimétricamente en el ancho de la pared del salón o la moneda que ocupa el espacio exacto del aro del llavero, que tanto placer nos produce al encajarla y desencajarla dentro del bolsillo del abrigo.
Que las personas encajen es un asunto más complejo. El voltaje que recorre el cableado mental puede quemar fusibles o alimentar circuitos, y aun así insistimos en la idea de completarnos el uno al otro. Hay imágenes evocadoras, desde la pareja que duerme haciendo el cuatro a las piernas de los bailarines que se entrelazan y avanzan igual que agujas del reloj. Pero no duran para siempre.
Veamos qué ocurre con Catalunya, y de qué manera la España más perfumada habla del deseable encaje para que unos y otros nos sintamos cómodos. Y es que ya no se trata de conciliar proporciones o medidas, sino de entender que las naciones poco tienen que ver con juego de matrioskas, a pesar del placer que produce encerrar una dentro de otra manifestando la humana ilusión de control. El encaje de bolillos, en política, ha sido reactivo y torpón: desde el desacreditado autonomismo, pasando por el publicitado federalismo hasta el catalán que ha hablado el PP en la intimidad y que en lugar de empatizar ha causado un auténtico desencaje: el de romper España con el clic tajante y sordo de unas tijeras podadoras.
(La Vanguardia)

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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

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