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El precio de Eldorado

Por 21 de abril de 2014 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

“Haz una foto, aprovecha…”, me anima un empresario libanés ante el despliegue de maquetas de Lusail, la nueva ciudad dentro de Doha que acogerá el estadio para el Mundial del 2022. El hombre no entiende mi desinterés por la proyección arquitectónica en miniatura que se expone sobre diez mesas.
Advierto que entre los mandamases del Golfo mostrar maquetas al visitante es parecido a cuando un niño te enseña su ciudad de Lego o cuando una mujer te muestra su joyero. En los despachos de los jeques sobran metros y falta decoración. Afuera, las obras rugen las veinticuatro horas. Prefiero hacer fotos de las grúas en un país de arena en permanente construcción. Hombres curtidos con la mirada aturdida, procedentes de Bangladesh o Sri Lanka, son los encargados de ensuciarse las manos para levantar las torres de cristal y acero firmadas por arquitectos estrella.
En Abu Dabi, Kuwait, Qatar u Omán el futuro galopa a cien por hora. Inversiones millonarias, a las que aspira España. Una ley no escrita asegura que los árabes del Golfo difícilmente llegan a decirte no, adverbio de pésima educación en su cultura. Con su hospitalaria pachorra atienden al occidental que llama a sus puertas oliendo el dinero. Pero no cederán si no hay un buen valedor de por medio. La clave es la influencia, acceder a su mundo a través de alguien al que consideren familia, de quien se fíen y respeten.
Estos días, durante la visita oficial del Rey y un puñado de ministros y empresarios al Golfo, los periódicos publicaron la foto del séquito contemplando la maqueta de la ciudad financiera de Al Maryah, en Abu Dabi, un centro libre de impuestos, el Singapur pérsico. Los bancos más importantes ya están allí. Y en Kuwait, ahuyentando las sombras del saqueo de KIO, la KIA anuncia inversiones, e incluso Ana Pastor se pone la abaya -túnica negra que cubre la ropa- para visitar al ministro del ramo. En el dress code de las noches de jazz en el hotel Saint Régis de Doha dice, en cambio: “Prohibida la vestimenta local”.
Una frontera invisible separa ambos mundos, el de las mujeres con el rostro cubierto que no pueden salir de noche en su propia ciudad, y el Oyster Bay & Bar for the reggae donde británicos, suecos y libaneses beben champán, ellos con camisas de lino, ellas con escotes en uve. Una alfombra tupida de sutilezas, códigos culturales y kilos de burocracia lo cubre todo.
Hacer negocios en el Golfo implica mucho más que tener un buen proyecto y unos buenos mercaderes. Dicen que una legión de listillos se ha quedado por el camino porque no supo atravesar la tormenta de arena que inevitablemente hay que sortear para llegar al nuevo Eldorado.

(La Vanguardia)

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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

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