Joana Bonet
Por qué en las grandes entrevistas con nuestros gobernantes elegidos por las urnas nunca se habla de cultura? Ni tan siquiera lo hacen, en sus enmascarados baile de cifras, para analizar la pérdida de un 30% de media en la recaudación del sector ?según datos de la Unión de Asociaciones Empresariales de la Industria Cultural Española?. Los cines cierran, igual que las librerías míticas. Los artistas, con la crisis, casi mendigan mientras los grandes grupos barren las pequeñas utopías.
Hay más preguntas. ¿Por qué a la política se le llena la boca animando al consumo, y el Anuario de Estadísticas Culturales del 2015 fija en 260 euros anuales el gasto anual de cada ciudadano en cultura? Casi diez veces menos de lo que gastamos en llenar la nevera. O ¿por qué llevamos varios equinoccios oyendo hablar de la Constitución, y nadie se indigna por uno de sus fatales incumplimientos? Ya en su preámbulo, la Carta Magna determina como principio básico el derecho a la cultura de todos los ciudadanos, al tiempo que se confiere a los poderes públicos la responsabilidad de promover y tutelar el acceso a la misma. Además, y es bueno recordarlo, con el objetivo de garantizar la neutralidad cultural del Estado establece la libertad ideológica, de expresión y de creación.
?Cuando sumas subvenciones a la industria del automóvil ?los falsamente verdes?, a las eléctricas, al fútbol, a los toros, con dinero público, y luego le quitas al Museo del Prado un 70% de su presupuesto, tienes una clara muestra de la inhibición de las responsabilidades del Estado en la cultura. Una sociedad inculta es una sociedad fracasada?, aseguraba Basilio Baltasar, organizador del VII Foro de Industrias Cuturales bajo el lema ?¿Cultura o barbarie??, organizado por la Fundación Santillana y la Fundación Alternativas, con Nicolás Sartorius al frente, ese hombre tan joven que anima a negociar con el poder para ajardinar la jungla y alimentar la indigencia cultural de estos tiempos. ?A los poderes públicos les importamos un carajo?, decía sin rodeos el actor y presidente de la Academia del Cine, Antonio Resines. Pero también hubo autocrítica: ?No estamos operativos?.
Ahí estaban representados todos los gremios, los que defendían la desgravación fiscal, siguiendo el modelo francés, en lugar de la política de subvenciones; los que lamentaban el papelón de Montoro en la no-ley de mecenazgo, y quienes se preguntaban por qué en los rankings internaciones somos los mayores consumidores de piratería: ¿qué nos pasa? ¿no tenemos cultura? , exclamaba Carlota Navarrete.
?La cultura es la suma de todas las formas de arte, amor y pensamiento, que, en el curso de los siglos, han permitido al hombre ser menos esclavo?, dejó bien dicho André Malraux. Urgen los cambios de modelos, sí, pero aterra pensar que territorio tan desangelado y silencioso ha abandonado este derecho constitucional.
(La Vanguardia)