Joana Bonet
No existe peor enfermedad que la de no escribir. Ese malestar que me corroe cuando sólo lo hago mentalmente, el lápiz imaginario hilando palabras e intenciones pero incapaces de ofrecerles un lector. Escribo con un MacBook que desde hace unos días ha empezado a rugir como un ventilador. También lo
hago sobre papel, en mi Smythson azul o sobre folios sin importancia. Escribo en los días de bruma, cuando el sol se desliza hasta la pantalla y crea ilusiones ópticas, y en las tardes rosadas, la vida aún sin negruras.
He escrito los días de viento, cuando el levante es una azada que balancea el paisaje silbando como si fuera Dios. Incluso algún día con las persianas echadas. Soy escritora de periódicos. Pero también de bodas, funerales y bautizos. Diarista intermitente y mujer asombrada, a menudo con siete cabezas como tantas. Escribo porque es mi oficio, pero también porque atesoro la intimidad de disponer una palabra tras otra para pensar sin ruido y poder acercarme de puntillas a comprender la mecánica del mundo y el paso del tiempo.
Desde sus inicios, he sido lectora de El Boomeran(g), el mejor blog literario en español. Hay poco espacio público para hablar de las cosas pequeñas, empeñados como estamos en agujerar lo transcedente. El Boomeran(g) es un gran bulevar por donde pasean las ideas. Sus autores, algunos de ellos, para mí, maestros, y su calidad, así como todas las esquinas de la vida que contiene, son estímulo y archipiélago. La trastienda de la actualidad, los nuevos libros que llegan al escritorio, la poética de lo cotidiano, las crónicas de unos tiempos de mudanzas. Todo ello es lo que quiero compartir con ustedes, con su permiso, en este bulevar. Tal vez lo más recurrente haya sido la necesidad diaria de esbozar cuatro letras. La escritura por dentro. La vida por fuera.