
Jesús Ferrero
Las citas en cursiva que ofrezco han sido entresacadas de un manifiesto publicado por el periódico Liberation, y redactado por un colectivo francés compuesto por más de trescientos universitarios, artistas y militantes, alarmados ante la violencia estatal que se está propagando por toda Francia tras la instauración del estado de excepción, sin que le prestemos demasiada importancia (hasta ese punto nos estamos envileciendo). Empiezo:
Un poder que golpea a la juventud es necio y despreciable.
El estado de la regresión social y de la maza ha acelerado brutalmente su descomposición.
El estado de la sumisión a un capital enloquecido de impaciencia para poder explotar y despedir a cualquiera ha perdido radicalmente sus complejos.
Todos aquellos que luchan por su dignidad, por su porvenir o simplemente por sobrevivir día a día pueden ser conducidos ante los tribunales y tratados como terroristas.
Progresa la violencia policial más metódica.
Una violencia semejante expresa bien el infinito desprecio del poder hacia los jóvenes.
Los medios de comunicación están siendo cómplices de la masacre.
El poder sabe que la ira y la solidaridad de los jóvenes contra un sistema que sólo ofrece desesperación, miseria y regresión, se agranda.
¿Qué clase de violencias policiales se abatirán sobre los barrios populares si no ponemos límite a un mecanismo tan siniestro como indigno?
La existencia se convierte cada vez más en supervivencia.
Tras leer el manifiesto, me ha parecido evidente que tanto el estado de excepción francés como nuestra ley mordaza tuvieron como fin adelantarse a las protestas de la sociedad civil que lucha por sus derechos más que para combatir el terrorismo.
Ah, con qué estúpida frecuencia olvidamos que pertenecemos a una cultura, la occidental, que ha sabido revelarse cuando la injusticia y la indignidad alcanzan límites injustificables.
El poder de toda Europa está cayendo en una inhumanidad que no tardará en pasar factura.
Qué inmunda se está volviendo la cultura que inventó la democracia, los derechos humanos y la crítica permanente a las ideas petrificadas y a las potestades absolutas.
Y mientras las desigualdades crecen y los jóvenes y no tan jóvenes sólo ven callejones sin salida, los más indignos de entre nosotros exhiben con arrogancia la abominable sonrisa del cretino. Son como padres que mataran a sus hijos y les hiciese mucha gracia el hecho.
Se ha quebrado la linealidad del tiempo. Avanzamos hacia el pasado.
¿Nadie empieza a sentir vértigo?