
Jesús Ferrero
“A los internautas les encanta el linchamiento”, dice Jordi Soler en un excelente artículo. Ante las evidencias, no podemos negarlo, pero habría que añadir que el linchamiento es característico de las sociedades humanas, y justamente por eso abunda en la red, sin olvidar que también abundaba antes de la aparición de la red, y lo solía llevar a cabo la prensa. En la España de la democracia los linchamientos en la prensa se han ido sucediendo con una regularidad tan mecánica como ritualizada.
El antropólogo Girard diría que los linchamientos periodísticos y cibernéticos serían la puesta a punto del sacrifico antiguo. Nunca hemos dejado de sacrificar, simplemente ha ocurrido que los sacrificios han cambiado de formato (sin por eso cambiar de sentido). El sacrificio sirve para cohesionar y comulgar. Los que linchan comulgan con la carne de la víctima: literalmente la machacan y la devoran.
Seguimos siendo de un atavismo tan evidente como desmoralizador. Nos llenamos la boca con la palabra modernidad, pero lo cierto es que nuestra sociedad está podrida de arcaísmos.