Jean-François Fogel
Ya conté, hace unos días, que la lectura del Dictionnaire égoïste de la littérature française (Diccionario egoísta de la literatura francesa) de Charles Dantzig es a la vez imprescindible e imposible. No existe un amante de la literatura francesa que no pierda su tiempo en sus páginas para salir feliz e irritado. Soy una de estas víctimas e iba leyendo los párrafos (ni llegan a conformar un texto ordenado) que expresan el ingenuo entusiasmo del autor para Les Miserables de Hugo, cuando me pregunté si, tal como Dantzig, Vargas Llosa opina que en la novela nada supera el capítulo titulado “Sabiduría de Tholomyés”.
Puede ser que me equivoque, pero Vargas Llosa no habla de este capítulo en su ensayo La tentación de lo imposible. Lo revisé sin encontrar una referencia. Pero descubrí que ambos autores han encontrado dos monstruos en Les Miserables. Los llaman “monstruos”, utilizando la misma palabra, pero no son los mismos. Para el ensayista peruano, los monstruos son Jean Valjean y el policía Jabert. Ambos son superhombres pero Jabert tiene que ser el malo pues es un hombre que respeta la ley pintado por un narrador romántico. “Dios mío, que fácil es ser bueno; lo difícil es ser justo”, dice Jabert en una frase que, según Vargas Llosa, lo resume.
Para Dantzig (que tiene apellido de héroe romántico), los dos monstruos de la novela son dos lectores: la mala, malísima Señora Thénardier, que ha leído muchas novelas, y Jabert, no por ser policía sino, apunta Dantzig, porque en sus momentos de ocio, según Hugo, “Leía a pesar de odiar los libros”. Un hombre que lee para nutrir su odio es, en el propio sentido de la palabra, tanto en castellano como en francés, un “miserable”.