Jean-François Fogel
Al terminar la lectura de Lo peor de todo (Alfaguara), la novela de Ray Loriga, uno rememora la frase ritual de las últimas páginas:"váyase usted a la mierda". Esto es literalmente la voluntad de contar lo peor. Elder Bastidas, el héroe y narrador, trabaja en una tienda de hamburguesas, sabe todo sobre los combates de la guerra de Vietnam y ve (en este orden) boxeo, fútbol y películas en televisión. Hay algo fascinante en la voluntad de un autor de dar una voz a un ser trastornado, perdido, arrebatado por las decepciones y la incomprensión de la vida social.
De cierta manera esta novela de 1992, que ha sido editada nuevamente en España, es un punto intermedio entre la idea del arte como punto más alto de la expresión humana y la idea que cada uno de nosotros tiene algo qué decir que puede ser útil a todos. Para poner las cosas bien claras, es una novela que se ubica entre la voluntad de esperar algo que no llega, como una novela digna para premio Tusquets (declarado desierto por segunda vez consecutiva) y un sitio-enciclopedia como Wikipedia basado en la idea de que todos tenemos un conocimiento, tal como lo explica Alberto Fuguet al entrevistar al creador de este sitio.
En la época de la redes sociales, es decir, en la época del ruido total, me parece que el jurado del premio Tusquets tiene mucho valor. Pero la novela de Loriga nos recuerda también que se puede encontrar gracia en lo peor de todo.